¿Sanación Intergeneracional? Fundamentación.

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La cuestión intergeneracional se encuentra entre mucho debate teológico, conferencias episcopales, cardenales, la Santa Sede, sacerdotes, exorcistas y la renovación carismática. Es por ello que dedicamos una entrada a fundamentar desde los textos bíblicos, la tradición, las varias experiencias de exorcistas, así como el apoyo de sacerdotes y la experiencia personal con la sanación intergeneracional.


Adjuntamos la siguiente entrada que se dedica solo a enseñar como se hace la sanación intergeneracional:
https://portalcatolicopsicologia.com/como-se-hace-la-sanacion-intergeneracional/

La palabra intergeneracional significa que se produce algo entre dos o más generaciones, y cuando hablamos de sanación intergeneracional, nos vamos a referir a sanar, reparar, limpiar, purificar, liberar, desatar, exorcizar, romper o cortar toda consecuencia que se haya prolongado entre generaciones a causa del pecado.

¿Qué tiene que ver con psicología? Mucho tiene que ver, ya que se dan cada vez más casos donde hay predisposiciones a vicios, adicciones, problemas sociales, rupturas familiares, concatenación de pecados, ataduras que no se encuentran ni la raíz biológica ni psicológica del problema, pero al tener una raíz espiritual, afecta lo psicológico y lo biológico. Es así que cuando no se encuentra explicación dentro de lo natural, pasamos a lo preternatural. ¿Por qué un problema en el espíritu puede afectar también el resto? Porque somos una unidad indisoluble, así como una depresión influye en nuestro estado corporal, un problema espiritual también puede afectar viceversa.

Son consecuencias.

Es importante tener en cuenta que la sanación intergeneracional, a lo que apunta, son las consecuencias del pecado, no al pecado en sí, ya que el pecado es personal, como lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Por ejemplo: Si un familiar hizo un compromiso satánico, el pecado es de la persona que lo hizo, y no se transfiere a ningún lado. Pero este tipo de pecado muy grave comúnmente trae consecuencias al resto de las generaciones y es por eso que se hace una sanación intergeneracional. Tampoco es un procedimiento de mediumnidad, donde la persona se “comunica con un muerto”, pues esto pertenece a las prácticas de espiritismo junto con el demonio. Tampoco se confiesan pecados de familiares, pues como dijimos el pecado es personal.

La Sagrada Escritura

Hay muchas citas bíblicas mencionando el tema, pero la cita principal, porque es el mismo Señor que habla y en un contexto muy importante, es en Éxodo 20:5; mientras Dios le está dando los diez mandamientos a Moisés, le advierte: “porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen” y agrega el Señor: “y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos”. Éxodo 20:6

En primer lugar, tenemos que saber que en la hermenéutica (el arte de la interpretación bíblica), todo lo que diga Dios tiene supremacía sobre cualquier otra voz, ya sea de profetas, u otros, porque la Palabra de Dios es absoluta, inmutable y veraz. A su vez, también tenemos que tener en cuenta que el resto de las voces también son parte de su palabra revelada, por lo que no se contradicen, sino que se complementan cuando se entienden en su totalidad. En segundo lugar, tenemos que tener en cuenta el contexto en el que lo está diciendo Dios, en este caso en el decálogo (los diez mandamientos que hasta el día de hoy y hasta el fin de los tiempos son fundamentales).

Pues en las citas de Éxodo, Dios habla claramente de que hay un castigo intergeneracional, y creemos entender que es difícil de procesar que recibimos una consecuencia de algo de lo que no somos responsables, pero también entendemos que así es la vida, en el sentido de que muchas veces recibimos mal de personas sin merecerlo. Podemos salir de casa y que nos caiga una bala perdida, porque así es la libertad que Dios nos ha concedido, es el libre albedrío. “Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición” (Deuteronomio 30, 19; cita bíblica que refleja el libre albedrío que Dios nos dota).

En este caso específicamente, es el libre albedrío de un familiar que con el pecado termina afectando las generaciones siguientes, así como también se da naturalmente cuando un familiar, por ejemplo, tiene ciertas inclinaciones al alcohol, y muy comúnmente vemos el problema de generación en generación.

Fundamentación ¿Por qué se genera polémica?

La realidad de la sanación intergeneracional es que se ha dado desde los primeros tiempos de la iglesia, pero, muchas cosas que ha suscitado el Espíritu Santo, han quedado por el camino, en parte porque se da una marginación a los carismas, a los dones, al mismo exorcismo, a la Renovación Carismática, a las bendiciones, a las apariciones, a los milagros, lastimosamente y lamentablemente al mismo Espíritu Santo que sin duda son parte importante de todo cristiano. Mucho de esto es responsabilidad de la desacralización, se les ha dado más importancia a los papeles, lo institucional, al racionalismo, y se va perdiendo las cosas de la fe y del alma.

Hay dos citas bíblicas principales que aparentemente “contradicen” lo que el mismo Señor habla en el contexto del decálogo, por un lado, la de Ezequiel 18:20: La persona que peca, esa morirá; el hijo no cargará con las culpas del padre, ni el padre cargará con las culpas del hijo”. Sobre el justo recaerá su justicia, y sobre el malvado, su maldad”. También hay una cita bíblica de Jeremías 31:29-30 que dice: “En aquellos días, no se dirá más: Los padres comieron uva verde y los hijos sufren la dentera. No, cada uno morirá por su propia iniquidad: todo el que coma uva verde sufrirá la dentera”.

Estamos totalmente de acuerdo con Ezequiel y Jeremías. ¿Cómo se debe interpretar lo que dice Dios y a su vez lo que dicen los profetas? No hay ninguna contradicción. Primero, porque los profetas hablan sobre el principio de responsabilidad personal; como lo mencionamos anteriormente, si una persona mata, la responsabilidad es de la persona que mató, no se traslada a ningún lugar. Dios juzga a cada individuo por sus propias decisiones y no sumándole lo que hicieron sus padres. “Sobre el justo recaerá su justicia, y sobre el malvado, su maldad”. Ezequiel 18:20. Lo mismo dice Jeremías: “Todo el que coma uva verde sufrirá la dentera”. Jeremías 31:30.

Hablándolo en términos actuales, si una persona mata y no se confiesa, y no se arrepiente de esto, se condena. Entonces, ¿cuál es la cuestión intergeneracional? La cuestión intergeneracional son las consecuencias generacionales por ese pecado, porque “castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen” (Éxodo 20:6). ¿Quiere decir que, si tengo problemas intergeneracionales, el Señor me va a juzgar por esos pecados? No. ¿Quiere decir que debo confesar esos pecados? No.

La interpretación completa, teniendo en cuenta todo, es que, aunque las consecuencias de los pecados pueden extenderse por generaciones, el Señor juzga a cada individuo por sus propias decisiones.

Es decir, si bien cada uno tiene una responsabilidad individual, los errores que la persona pueda cometer pueden llegar hasta las generaciones siguientes si no se reparan convenientemente. Por ejemplo, si una persona roba, y murió, luego vendrán los jueces que también harán responsables con su patrimonio a los hijos para devolver lo que el padre robó. Los hijos no robaron, pero la deuda la tiene que pagar.

Las consecuencias de estos pecados se deben sanar, satisfacer y ofrecer una serie de indulgencias para repararlos. ¿Por qué Dios permite esto? En primer lugar, porque Dios respeta el libre albedrío, es decir la libertad de cada uno y como vivimos en sociedad, se dan “choques de libertades”, donde la libertad de uno choca contra la libertad del otro. Si una persona le da poder al demonio, le abre una puerta a su vida y a su familia; Dios respeta eso y respeta el territorio que el demonio ganó “en justa ley”, y no lo roba, sino que busca intentar recuperarlo sin hacer un mal, ya que Dios no hace un mal para obrar un bien. “Él es la Roca: su obra es perfecta, todos sus caminos son justos; es un Dios fiel y sin falsedad, justiciero y recto”. Deuteronomio 32:4

En segundo lugar, porque como lo dice Éxodo, el Señor castiga. El castigo es una expresión de su justicia, no de crueldad hacia nosotros. Esto quiere decir que tiene un propósito correctivo: «Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo». Hebreos 12:6. Aunque sea difícil de ver, en el castigo hay más amor que si no castigara a las personas, ya que lo que busca en último término es nuestra salvación, y sin sus castigos, tal vez el mundo ya estaría devastado.

Es como un padre que corrige a su hijo pequeño para su futuro, para que eso le sirva más adelante en la vida. Si un padre no castiga, realmente no quiere a sus hijos, y ese hijo no tiene un padre. En este caso, el Señor va corrigiendo generación en generación, ya que también se da algo muy común entre familias, que es repetir las actitudes, los pecados, los vicios y también las virtudes y las cosas buenas. Dios, por cada castigo, seguramente lo vive dolorosamente, porque a pesar de los muchos errores humanos, Dios nos ama mucho. «Con amor eterno te he amado; por eso te prolongué mi misericordia». Jeremías 31:3. Además también lo hace, porque es lo justo. El sentido profundo de la justicia exige que haya una enmienda por la otra parte.

En tercer lugar, porque los familiares antecesores tienen una potestad natural sobre las siguientes generaciones, y con esa potestad se puede hacer tanto el bien como el mal. Esta potestad natural la da Dios para que puedan bendecir, educar, bautizar, amar, instruir en los buenos caminos, así como también por la libertad humana; lejos de esto, terminan maldiciendo, sacrificando, destruyendo. Es por eso que cuando hablamos de sanación intergeneracional, es sanar esa cadena de consecuencias que comienzan en generaciones anteriores y que recaen en nuevas generaciones. «Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.» Efesios 6:1-4

¿Quiere decir que no es necesaria la confesión y el bautismo porque tenemos sanación intergeneracional? No, sería muy grave dejar de confesarse o no bautizar a los niños por esto; sería como poner la carreta delante de los bueyes. La sanación intergeneracional no absuelve ninguna responsabilidad personal en cuanto a pecado; eso siempre se hace en confesión; lo que hace es reparar consecuencias. Y, por otro lado, el pecado intergeneracional que heredamos de Adán y Eva solo lo sanamos con el sacramento del bautismo y con ninguna oración intergeneracional se quita eso que no sea con el bautismo.

Explicación de lo que dijeron los profetas Ezequiel y Jeremías.

Ezequiel y Jeremías están reafirmando el principio de responsabilidad personal. Hay un gran error y es que no se interpretan las citas en el contexto, sino que las sacan del contexto:

Primero: Si leemos en Ezequiel capítulo 18, y en especial del versículo 14 en adelante, vemos que Ezequiel está explicando los efectos de los pecados y que son personales; es el ABC de la cristiandad. Pero las personas al parecer en ese momento entendían que, si un padre cometía pecados, el hijo también cargaba con esos pecados, como si lo tuviera en el alma, como si el hijo hubiera hecho personalmente ese pecado, como si lo lleváramos en la sangre. Por eso Ezequiel dice: “El hijo no cargará con las culpas del padre”, y lo dejamos explícito en las siguientes citas de Ezequiel explicando ese ABC:

“Pero si un hombre engendra un hijo que ve todos los pecados cometidos por su padre, los ve, pero no los imita: no participa de las comidas sagradas en las montañas ni levanta sus ojos a los ídolos de la casa de Israel; no deshonra a la mujer de su prójimo; no oprime a nadie, no retiene la prenda ni saca las cosas por la fuerza; da su pan al hambriento, viste al desnudo y aparta su mano de la injusticia; no presta con usura ni cobra intereses; cumple mis leyes y camina según mis preceptos: ese hijo no morirá por las culpas de su padre, sino que vivirá. Pero su padre, que oprimió y sacó las cosas por la fuerza, y no hizo el bien en medio de su pueblo, él si morirá a causa de sus culpas. Ustedes preguntarán: «¿Por qué el hijo no carga con las culpas de su padre?», Porque el hijo practicó el derecho y la justicia, observó todos mis preceptos y los puso en práctica, por eso vivirá. La persona que peca, esa morirá; el hijo no cargará con las culpas del padre, ni el padre cargará con las culpas del hijo. Sobre el justo recaerá su justicia, y sobre el malvado, su maldad.” Ezequiel 18, 14-20

Como se puede observar en la cita bíblica más completa, podemos ver que Ezequiel se está refiriendo a que, si el hijo no sigue con las mismas costumbres pecaminosas que sus descendientes, entonces no morirá por las culpas del padre, sino que vivirá. Pero si solo tomamos un versículo del capítulo, se puede hacer una interpretación errónea y es lo que ha pasado.

Este error de interpretación es parecido al error protestante cuando predican que no se debe tener ninguna imagen (foto, estatua o representación) por la cita bíblica de Éxodo que dice: «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en los cielos, ni en la tierra abajo, ni en las aguas debajo de la tierra». Éxodo 20:4

Si entendemos esta cita bíblica literal y sin tener en cuenta el contexto (que las personas de aquel momento adoraban una imagen de hierro como si fuera Dios), entonces caemos en el error protestante de no tener ninguna imagen ni pintura ni nada por el estilo. Pero lo sorprendente es que cinco capítulos después, el mismo Dios manda a hacer unos querubines de oro (estatuas de oro representando a ángeles) en Éxodo 25, 18-20.

¿Cómo puede ser que Dios diga una cosa y después diga otra? Dios no se contradice… Lo que pasa es que hay que interpretar bien las sagradas escrituras, entendiendo el espíritu, el contexto del momento y teniendo en cuenta todas las citas y que no se contradigan.

Pero para rematar, Dios vuelve a repetir lo mismo cuando vuelven a hacer las tablas con los diez mandamientos, ya que Moisés las rompió enojado con el pueblo. “El Señor pasó delante de él y exclamó: «El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad. Él mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado; sin embargo, no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y cuarta generación”. Éxodo 34, 6-7. En un contexto de suma importancia como pocos, Dios vuelve a decir que hay consecuencias intergeneracionales y no los deja impunes. Volvemos a repetir: no se hereda el pecado, se heredan consecuencias. Y si lo pensamos bien, tiene lógica y es justo.

Segundo: Si leemos Jeremías en el capítulo 31 (otro capítulo donde se apoyan en que las consecuencias intergeneracionales no existen), el contexto es la situación específica de que el pueblo de Israel restauraba su nación y realizaba una nueva alianza de Dios con su pueblo, ya que habían quebrantado su alianza con el pecado. ¿Por qué Jeremías dice que “en aquellos días, no se dirá más: ¿Los padres comieron uva verde y los hijos sufren la dentera”? Porque Dios le regala al pueblo en ese momento una restauración porque ellos a su vez se arrepintieron. En esta restauración Dios los está perdonando, al igual que las consecuencias intergeneracionales. Dentro del mismo capítulo también vemos citas como “Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34).

La interpretación temporal

Hay una interpretación temporal que dice que al principio Dios castiga “la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación” (Éxodo 20:6). Pero luego, esas personas fueron avanzando y cambiando y por eso Ezequiel y Jeremías, más adelante en el tiempo, quitaron eso que Dios dijo. También es una interpretación errónea, ya que Moisés también dijo lo mismo que Jeremías y Ezequiel más atrás en el tiempo en Deuteronomio 24:16: «Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su propio pecado». Es decir, no hay oposición ninguna entre el antes y el después, porque Moisés lo dijo al principio y luego también lo dijeron Jeremías y Ezequiel; no existe ningún avance de tipo espiritual y por eso lo intergeneracional al principio era válido y luego de abolió por ese avance. Lo que sí cada uno deja en claro y lo remarcan una y otra vez es que cada pecado tiene una responsabilidad personal y que no podemos echarle la culpa a ningún antepasado y esto es así de cierto. La sanación intergeneracional apunta a limpiar las consecuencias, que es más bien un segundo paso o un tercer paso, o más, luego de la conversión. Porque primero que nada es la conversión a Dios, creer en Él, cargar con la cruz y seguirlo; luego se empieza a dar muchas cosas por añadidura, como, por ejemplo, la sanación intergeneracional que ayuda en muchas cosas en la vida.

Sanación intergeneracional y viejo testamento

También podemos ver sacerdotes respetados que no están de acuerdo con la sanación intergeneracional, como por ejemplo el Padre Fortea (España) o el Padre Rogelio Alcántara (Argentina). Padre Fortea dirá al día que se publica este artículo, que Jesús es misericordioso y por eso la sanación intergeneracional no existe. Pero en toda la Biblia Dios es misericordioso; Dios nunca cambia, sino que en cada época exhorta según los problemas de la época.

También el Padre Fortea comenta que la doctrina de la sanación intergeneracional se basa en solo 4 versículos, y esto no es así, sino que realmente hay bastante información sobre la sanación intergeneracional y la veremos a continuación:

Números 14, 18: Moisés pidiendo clemencia.

El libro de Números es el cuarto libro del Antiguo Testamento y es atribuido tradicionalmente a Moisés, aunque también desde otros puntos de vista es de múltiples autores y recopilaciones a lo largo de los siglos. En esta cita bíblica dice: «El Señor es lento para enojarse y está lleno de misericordia. Él tolera la maldad y la rebeldía, pero no las deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos hasta la cuarta generación». Números 14, 18. Expresamente, la cita bíblica dice que Dios castiga hasta otras generaciones siguientes. En este contexto, Moisés está hablando con Dios y le está pidiendo clemencia, porque el pueblo despreciaba a Dios y lo ponía a prueba constantemente (Números 14, 11). Entonces Moisés le dice: Perdona, por favor, la culpa de este pueblo según tu gran misericordia y como lo has venido tolerando desde Egipto hasta aquí”. Números 14, 19. Dios responde que sí, que Él va a perdonar como Moisés le está pidiendo, pero, sin embargo, aunque Él perdona, ninguno de ellos iba a ver la tierra prometida.

“El Señor respondió: «Lo perdono, como tú me lo has pedido. Sin embargo –tan cierto como que yo vivo, y que la gloria del Señor llena toda la tierra– ninguno de los hombres que vieron mi gloria y los prodigios que realicé en Egipto y en el desierto, ninguno de los que ya me han puesto a prueba diez veces y no me han obedecido, verá a tierra que prometí a sus padres con un juramento; no la verá ninguno de los que me han despreciado.”

En este capítulo vemos claramente un destello de cómo se da la dinámica del pecado y la misericordia, porque Dios perdona todo y tiene gran misericordia, como hemos visto varias veces, pero, sin embargo, queda una consecuencia, por eso, la generación de este pueblo, en este momento, no vio la tierra prometida. Es como romper una ventana ajena; el vecino nos puede perdonar sin problemas, pero pide que le arreglen el vidrio.

¿Qué hubiera pasado si Moisés no pedía ese perdón? (una especie de confesión de aquel momento ante Dios) “Los voy a castigar con una peste y los voy a desheredar. De ti, en cambio, suscitaré una nación mucho más fuerte que ellos” (Números 14, 12). Lo que hubiera pasado es que los iba a destruir, y todas las generaciones siguientes “desheredadas” por Dios.

Al día de hoy pasa algo muy parecido: no solo debemos confesarnos, asistir a misa y cumplir todos los deberes de un católico, debemos ofrecer sacrificios que ayuden a esta reparación generacional de consecuencias que han perdurado por generaciones y que el Señor, en su justa justicia, no deja impune las cosas; no queda el vidrio roto, sino que pide que lo arreglen. Pero a pesar de esto, y aunque puede sonar fuerte, el Señor constantemente nos recuerda que “El Señor es lento para enojarse y está lleno de misericordia” (Números 14, 18).

Números 16: La rebelión de Coré, Datán y Abiram

Este capítulo muestra como Coré, Datán y Abiram desafían la autoridad de Moisés y Arón, pero no les fue muy bien ni a ellos ni a sus descendientes. “Coré –hijo de Ishar, hijo de Quehat, hijo de Leví– junto con Datán y Abirón, hijos de Eliab, y On, hijo de Pelet –estos últimos eran descendientes de Rubén– decidieron sublevarse contra Moisés, secundados por otros doscientos cincuenta israelitas, todos ellos jefes de la comunidad, representantes de la asamblea y personas de renombre. Se amotinaron contra Moisés y Aarón, y les dijeron: «¡Ustedes se han excedido en sus atribuciones! Toda la comunidad es sagrada, y el Señor está en medio de ella. ¿Por qué entonces ustedes se ponen por encima de la asamblea del Señor?”. Números 16:1-3

Entonces Moisés les dice que, si ellos mueren de forma natural, tienen razón, pero si la tierra se abre y se los traga, entonces Dios escogió a Moisés y a Arón y no a ellos. “Moisés dijo: «En esto conocerán que ha sido el Señor el que me envió a hacer estas cosas, y que no es un capricho mío: si estos hombres mueren de muerte natural y su suerte es igual a la de todos los hombres, no ha sido el Señor el que me envió. Pero si el Señor realiza algo inusitado –si la tierra abre sus fauces para tragarlos con todos sus bienes y ellos bajan vivos al Abismo– ustedes sabrán que esta gente ha despreciado al Señor”. Números 16:28-30

Enseguida que Moisés termina de hablar, el Señor actuó y también castigó a sus descendientes: “Apenas Moisés terminó de pronunciar estas palabras, el suelo se partió debajo de sus pies, la tierra abrió sus fauces y los tragó junto con sus familias, con toda la gente de Coré y con todos sus bienes”. Números 16:31-32

¿Por qué también a sus familias? En ese contexto y en ese momento, este pecado de rebelión de Coré, Datán y Abiram es muy grave y al ni siquiera arrepentirse, el Señor los castigó a ellos y a sus descendientes, dejando notar incluso la consecuencia intergeneracional, porque también a su familia los tragó la tierra.

La caída del reino del norte y del reino del sur

La caída del reino del norte se dio aproximadamente en el 722 a. C. La causa fue la idolatría y la apostasía, ya que los reyes del norte fomentaron el culto a dioses paganos, como Baal, y rechazaron el culto al Señor. A pesar de que los profetas Oseas y Amós advirtieron sobre la situación, el pueblo no se convirtió. El imperio asirio con el rey Sargón II conquistó Samaría; gran parte de la población fue deportada y el reino del norte desapareció como entidad, y los israelitas que quedaron se mezclaron con otros del pueblo de origen samaritano. Aquí vemos cómo la idolatría y la apostasía tienen grandes consecuencias, no solo para las personas que lo hacen, sino para todas las generaciones, e incluso hacen caer a naciones enteras. (Un detalle no menor a meditar, ya que cuando las naciones aprueban leyes como el aborto, la eutanasia, las uniones homosexuales, todo esto no queda impune y muchas veces los efectos se ven en modo macro en países enteros afectando a generaciones enteras).

Algunas de las citas bíblicas (no todas porque son bastantes) que dejan en evidencia el castigo intergeneracional:

2 Reyes 17:20-23. El Señor rechaza a toda la raza de Israel, generaciones que no tenían conciencia de la problemática: Y el Señor rechazó a toda la raza de Israel: los humilló y entregó en manos de salteadores, hasta que al fin los arrojó lejos de su presencia. Cuando el Señor arrancó a Israel de la casa de David, y fue proclamado rey Jeroboam, hijo de Nebat, este alejó del Señor a Israel y le hizo cometer un gran pecado. Los israelitas imitaron todos los pecados que había cometido Jeroboam, y no se apartaron de ellos, tanto que al fin el Señor apartó a Israel de su presencia, conforme a lo que había dicho por medio de todos sus servidores los profetas. Así Israel fue deportado lejos de su suelo, a Asiria, hasta el día de hoy.”

Oseas 4:6-7. La queja del profeta Oseas porque le anuncio al reino del norte su pecado y al no escucharlo, claramente también recae sobre sus “hijos” las consecuencias. “Mi pueblo perece por falta de conocimiento. Porque tú has rechazado el conocimiento, yo te rechazaré de mi sacerdocio; porque has olvidado la instrucción de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.”

1 Reyes 14:10-11. Jeroboam, el primer rey del Reino del Norte, estableció cultos idolátricos -los becerros de oro en Betel y Dan- y llevó a su casa y descendientes al juicio divino. “Por eso, yo voy a atraer la desgracia sobre la casa de Jeroboam: extirparé a la familia de Jeroboam todos los varones, esclavos o libres en Israel, y barreré hasta los últimos restos de su casa, como se barre el estiércol, bien a fondo. Al de la familia de Jeroboam que muera en la ciudad, lo comerán los perros, y al que muera en descampado, lo comerán las aves del cielo, porque ha hablado el Señor.

Luego tenemos la caída del reino del sur, que es Judá, con la fecha aproximada de 586 a.C., donde la causa también fue el pecado, como la idolatría. Y aunque muchos reyes intentaron hacer reformas como Josías, muchos permitieron el culto a dioses falsos. También rechazaron a los profetas que el Señor les envió, como Jeremías y Ezequiel, que advirtieron al pueblo, pero estos no se arrepintieron.

Como resultado, el imperio babilónico, liderado por Nabucodonosor II, sitió Jerusalén y, tras varios años de resistencia, destruyó el templo de Salomón, se saqueó la ciudad y se deportó a gran parte de la población a Babilonia. “En el séptimo día del quinto mes… Nabuzaradán, comandante de la guardia imperial y servidor del rey de Babilonia, entró en Jerusalén, incendió el templo del Señor, el palacio real y todas las casas de Jerusalén.” 2 Reyes 25:8-11

Algunas citas bíblicas sobre lo intergeneracional en el contexto de la caída del reino del sur.

Jeremías 32:18: “Tú das prueba de fidelidad a millares, y retribuyes la iniquidad de los padres en el pecho de sus hijos después de ellos”.

2 Reyes 21:11-15: Trajo el juicio divino sobre toda la nación, afectando incluso a sus descendientes. “«Porque Manasés, rey de Judá, cometió estas abominaciones, porque superó en maldad a todo lo que habían hecho los amorreos antes que él, y también hizo pecar a Judá con sus ídolos, por eso, así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo haré venir sobre Jerusalén y Judá una desgracia tal, que le zumbarán los dos oídos al que oiga hablar de ella. Tenderé sobre Jerusalén la cuerda de Samaría y el nivel de la casa de Ajab, y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, y una vez limpio, se lo vuelve boca abajo.  Rechazaré al resto de mi herencia, los entregaré en manos de sus enemigos, y serán el botín y la presa de todos sus enemigos, porque han hecho lo que es malo a mis ojos y no han cesado de provocar mi indignación, desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta el día de hoy».

Isaías 39:6-7: El profeta Isaías advierte al rey Ezequías que, debido a su orgullo y falta de previsión, sus propios descendientes serán llevados cautivos y sufrirán en Babilonia. “Llegaron los días en que todo lo que hay en tu casa, todo lo que han atesorado tus padres hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada, dice el Señor. Y algunos de tus hijos, de los que han nacido de ti, que tú mismo habrás engendrado, serán tomados para que sirvan como eunucos en el palacio del rey de Babilonia”.

Caín vs. Set

La historia de Caín y Set tiene implicaciones importantes en lo que tiene que ver con lo intergeneracional, las generaciones y los descendientes. Ellos son hijos de Adán y Eva, y Caín mató a su hermano Abel porque estaba celoso, tenía envidia por las ofrendas que presentaba al Señor. Dios castigó a Caín por haber matado a su hermano, y a pesar de esto, Caín tuvo descendencia y construyó una ciudad.

La descendencia de Caín incluye personas como Jabel, Jubal, Tubal-Caín, y todo su linaje está más bien asociado a avances culturales y tecnológicos, pero también con mucha violencia y orgullo. Toda esta línea desaparece con el diluvio en Génesis 6-9.

Sin embargo, Eva dio a luz a Set, quien lo consideró como un regalo de Dios, porque era como el hijo que reemplaza a Abel (el hijo que murió en manos de su hermano Caín). «Dios me ha concedido otro descendiente en lugar de Abel, porque Caín lo mató». Génesis 4:25

Del linaje de Set se establece una descendencia fiel a Dios, donde aparecieron personas como Enós y con él «se comenzó a invocar el nombre del Señor». Génesis 4:26. También en la línea de Set hay personas como Enoc, que caminó con Dios y no murió, sino que fue llevado por Él en Génesis 5:24, y Noé, quien fue elegido por Dios para preservar la humanidad y los animales en el diluvio.

De una manera no explícita, por los textos bíblicos podemos ver cómo la gracia de Dios se da con mayor caudal de generación en generación a los que lo aman y no tanto en otros que no lo aman. ¿Quiere decir que, si hay familiares malos, la persona va a terminar siendo mala? No. Justamente Jesucristo, nuestro Señor, vino para sanar, conducir y liberar de todo este tipo de cosas, a través de su Santa y única Iglesia Católica, asistidos por los sacramentos. Lo que se quiere decir es que no existe el determinismo, que quiere decir que si tuvimos familiares malos estamos determinados a la condenación, al fracaso o al pecado. Justamente Jesucristo deja todos los medios para arreglar renglones torcidos.

Lot y sus hijas

Las hijas de Lot, al huir de Sodoma y la destrucción, deciden emborrachar a su padre y cometer incesto con él (Génesis 19:30-38). De estas relaciones nacieron Moab Y Amón, quienes se convirtieron en los progenitores de dos pueblos que más tarde serían enemigos de Israel (pueblo elegido de Dios). Aunque sobrevivieron a Sodoma, la decadencia espiritual termina influyendo en pueblos enteros, pueblos que no son justamente de Dios, sino que atacan al pueblo elegido de Dios.

El rey David

David cometió dos pecados graves que se narran en 2 Samuel 11: por un lado, un adulterio con Betsabé, que era esposa de Urías (uno de sus soldados leales). Y, por otro lado, cuando quedó embarazada Betsabé, puso al frente de la batalla a Urías, en el lugar más peligroso, para que lo maten.

El profeta Natán, enviado por Dios, confrontó a David con una parábola de un hombre rico que le robó la única oveja de un hombre pobre. Cuando David se indignó por la historia de la parábola, Natán le dijo: “Tú eres ese hombre» (2 Samuel 12:7).

Como castigo, “Por eso, la espada nunca más se apartará de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado por esposa a la mujer de Urías, el hitita». Así habla el Señor: «Yo haré surgir de tu misma casa la desgracia contra ti. Arrebataré a tus mujeres ante tus propios ojos y se las daré a otro, que se acostará con ellas en pleno día. Porque tú has obrado ocultamente, pero yo lo haré delante de todo Israel y a la luz del sol»”. 2 Samuel 12:10-12

Esta profecía de Natán se cumple con tragedias y violencia dentro de su linaje, y no quiere decir que todo el linaje de David iba a ser matado por la espada, sino que en su linaje iba a tener consecuencias graves.

Lo bueno del ejemplo de David es que, en el momento en que Natán lo exhorta, él se arrepiente enseguida: “He pecado contra el Señor” (2 Samuel 12:13). Sería como una confesión a la época de hoy y su arrepentimiento fue plasmado en el Salmo 51:1-2: «Ten piedad de mí, oh Dios, por tu amor; por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lávame de toda mi maldad y purifícame de mi pecado».

“David dijo a Natán: «¡He pecado contra el Señor!» Natán le respondió: «El Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás. No obstante, porque con esto has ultrajado gravemente al Señor, el niño que te ha nacido morirá sin remedio»2 Samuel 12: 13-14.

Indudablemente, su pecado fue grave, y más por quién representa David, ya que era rey y esto provoca un escándalo muy grande. Las consecuencias fueron, en primera instancia, la muerte del hijo de Betsabé y David: “El niño nacido de su adulterio murió como parte del juicio de Dios” 2 Samuel 12:14-18. Si no existiera una consecuencia intergeneracional, ¿por qué muere un bebé inocente? Indudablemente, el bebé es inocente, porque el pecado es personal, pero parte de la consecuencia recae en él, como también en David y en la propia Betsabé.

Pero no solo eso, lo que le dijo el profeta Natán de que la espada no se apartaría de su casa se fue cumpliendo en su linaje, y tal vez no fue una condena eterna, pero sí terrenalmente, por ejemplo: La tragedia entre sus hijos, donde Amnón, hijo de David, viola a su hermana Tamar; luego de esto, Absalón, también hijo de David, mata a Amnón. Luego Absalón se rebela contra su propio padre David, proclamándose rey de Israel y forzando a David a huir de Jerusalén. Todo esto provoca una división dentro del reino; Absalón muere en la batalla y David queda devastado. Luego, Adonías, otro hijo de David, intenta usurpar el reino de Salomón, que era también hijo de David, pero con la diferencia de que Salomón era el elegido por Dios para que siguiera con la sucesión del trono. Como ven, la descendencia de David no fue de paz, como podríamos decir de Job superada la prueba.

El rey Salomón y el problema intergeneracional

La historia de Salomón es otro pasaje bíblico bastante explícito sobre lo intergeneracional, pero que, además, también nos revela que no solo hay una afectación al descendiente directo, sino que también el problema intergeneracional afecta incluso hasta el matrimonio. Además, la historia de Salomón nos revela que también las cosas buenas intergeneracionales se heredan a los ojos de Dios y no todo es malo o todo se debe sanar.

Salomón fue elegido por Dios dentro de todos los hijos de David, para la sucesión del trono. A pesar de tener gran sabiduría, el rey Salomón también es humano, y por eso también tomó decisiones poco sabias que desobedecieron las leyes de Dios. Una de las faltas (o varias faltas) es que se casó con muchas mujeres de nación extranjera, en este caso 700 mujeres y 300 concubinas, lo cual estaba prohibido.

Aquí entra el problema intergeneracional; ninguna de sus mujeres era judía, sino de otros dioses: “El rey Salomón amó a muchas mujeres, además de la hija del faraón: mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, es decir, de esas naciones de las que el Señor había dicho a los israelitas: «No se unan a ellas, y que ellas no se unan a ustedes; seguramente les desviarán el corazón hacia otros dioses». Pero Salomón se enamoró de ellas. Tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas, y sus mujeres le pervirtieron el corazón. Así, en la vejez de Salomón, sus mujeres les desviaron el corazón hacia otros dioses, y su corazón ya no perteneció íntegramente al Señor, su Dios, como el de su padre David.” 1 Reyes 11:1-4

Salomón, al casarse con mujeres extranjeras que practicaban la idolatría, no solo permitió que influyeran en él, sino que también quedó atrapado en un problema intergeneracional que venía de generaciones anteriores. Al aceptar a las mujeres también aceptaba la idolatría en su vida, él mismo pasó a formar parte de esa cadena intergeneracional, perpetuando sus consecuencias en su descendencia y en el reino de Israel. Esto mismo pasa al día de hoy y muchas veces implica al cónyuge, sin este haber tenido un problema intergeneracional. Por ejemplo, se pueden ver cadenas intergeneracionales de separaciones o divorcios dentro de una misma familia, afectando al cónyuge que tal vez no tenía nada que ver con la afectación intergeneracional, pero por la unión, puede quedar afectado.

Aquí viene lo más claro sobre la consecuencia intergeneracional, pues el Señor le anuncia que por su pecado: «Por cuanto esto ha habido en ti, y no has guardado mi pacto ni mis estatutos que te mandé, romperé de ti el reino y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a tu padre David; lo romperé de la mano de tu hijo«. 1 Reyes 11:11-13

Es decir, no solo recae sobre el propio Salomón, sino también dentro de su linaje, y en esto, sus descendientes también cayeron en idolatría. Es importante ver cómo todos van cayendo aproximadamente con los mismos pecados, es decir, las consecuencias intergeneracionales generalmente no son problemas, por ejemplo, de suicidio y la siguiente generación tiene problemas de lujuria, sino que se sigue de generación en generación con el suicidio. En el caso de Salomón, el reino se dividió en dos: el Reino del Sur (Judá), enfrentando conflictos internos, y el Reino del Norte (Israel), adoptando prácticas idolátricas.

Otro detalle es que el Señor le dice a Salomón que no le arrancará el reino a él, sino a su hijo (1 Reyes 11:13). Es un detalle importante, ya que nos muestra la dinámica intergeneracional que se puede dar. Los pecados de los padres, si no son subsanados correctamente, van de generación en generación; en este caso le es arrancado el reino al hijo y puede terminar (hasta la tercera o cuarta generación, Éxodo 20:5).

Luego, que el reino no le es arrancado a Salomón por las acciones buenas de David: “Sin embargo, no lo haré mientras tú vivas, por consideración a tu padre David: se lo arrancaré de las manos a tu hijo”. 1 Reyes 11:12. Es decir, las cosas buenas también se transmiten de generación en generación, y si bien David también cometió pecado y también tuvo consecuencias intergeneracionales, David repara mucho de su ofensa (como lo vimos anteriormente) porque se arrepiente de todo corazón. Entonces Dios no le computa a Salomón la pena máxima y la atenúa porque en su sucesión no todo fue malo.

En principio nos deja dos claras lecciones: Debemos reparar todos nuestros pecados personales y estar profundamente arrepentidos y confesados. A su vez, también reparar intergeneracionalmente las ofensas que vienen de nuestro linaje (no confesarlas, ya que el pecado es personal, sino reparar la ofensa). La segunda lección es que todas las cosas buenas también se transmiten, y esto es un punto que desarrollaremos y que cotidianamente lo podemos ver.

La historia de Job: Hay cosas en la vida de las que no somos responsables.

El libro de Job nos enseña a reflexionar sobre la justicia de Dios y el porqué de las cosas, especialmente en lo intergeneracional, cuando aparecen consecuencias de algo de lo que en primera instancia no se es responsable.

Job era una persona intachable, recto y temeroso de Dios y apartado de todo mal (Job 1:1); tenía muchas riquezas y una gran familia, y lo que nos quieren expresar estos pasajes es cómo se debe interpretar el sufrimiento a la luz de la palabra de Dios. Los pasajes bíblicos nos muestran cómo Satanás desafió la fidelidad de Job, alegando que es justo y recto por la vida cómoda que tiene. Entonces, Dios permite que Job pierda todo, y a pesar del gran sufrimiento, Job no reniega de Dios, aunque sí lucha con preguntas sobre su justicia.

Al final, Dios responde a Job, le restaura sus bienes y todavía dándole el doble de lo que había perdido, terminando su vida en paz, viendo a sus descendientes hasta la cuarta generación (detalle no menor, acordándonos de que el Señor castiga hasta la tercera o cuarta generación de los que lo aborrecen en Éxodo, pero en Job fue todo lo contrario, bendición hasta para sus descendientes de la cuarta generación).

Pero más allá de ese detalle, el libro comienza hablando de la rectitud de Job y todas las bendiciones que tenía en su vida, y que, por sus hijos, ofrecía holocaustos y hacía purificaciones. “Una vez concluido el ciclo de los festejos, Job los hacía venir y los purificaba; después se levantaba muy de madrugada y ofrecía un holocausto por cada uno de ellos. Porque pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en su corazón». Así procedía Job indefectiblemente”. Job 1:5. Esto es muy parecido a la sanación intergeneracional, donde los unos rezan por los otros. En este caso, no hay una consecuencia intergeneracional, pero sí muestra, a través de lo meticuloso de Job, lo importante de reparar y tener las cosas en orden.

A muchos que son antiintergeneracional se les puede preguntar: ¿El pecado no es personal?. ¿Por qué Job ofrece sacrificios por sus hijos? Pues es justamente esta la realidad en que vivimos, que somos parte del cuerpo místico de Cristo, donde las cosas buenas de una persona nos exaltan a todos y donde una cosa mala de una persona nos abaja a todos. Además, otra cosa importante es que un padre puede rezar por sus hijos, incluso haciendo sanación intergeneracional, por la misma potestad y responsabilidad que entrega Dios a los padres.

Pero luego de que Job perdiera bienes, familia, salud, amor, llegaron sus amigos y Elifaz le dice que lo que está pasando a Job es una corrección divina (Job 4:5). Luego llega Bildad y le dice que si está sufriendo es porque algo ha hecho mal (Job 8). Luego llega Zofar y directamente le dice que se arrepienta, porque merece más castigo de lo que le estaba pasando. Y como todos sabemos, Dios corrige a los amigos de Job y les dice que no hablaron bien. “Mi ira se ha encendido contra ti y contra tus dos amigos, porque no han dicho la verdad acerca de mí” (Job 42:7). El verdadero problema de Job fue el demonio.

En este sentido debiéramos reflexionar en cuanto a las consecuencias intergeneracionales, que hay problemas de la vida de los que no somos responsables, por ejemplo, cuando nos hacen una brujería, una maldición familiar o lo intergeneracional, y justamente son las reglas de la vida. Como dijimos anteriormente, podemos salir de la casa y que nos caiga una bala perdida; es parte del libre albedrío. O como le pasó a Job, que el demonio lo quería desconvertido. Ciertamente, luchamos cada día contra el demonio, y él aprovecha todas las puertas abiertas que podamos dejar cada uno personalmente (con el pecado) o con el pecado del otro.

Josías encuentra la ley

Josías ordena restaurar el templo, y en ese proceso, un sumo sacerdote encuentra el Libro de la Ley. Esto sugiere que la Ley era lo que menos se practicaba. Y Josías se rasga las vestiduras y reacciona con angustia. Es aquí cuando Josías empieza a darse cuenta de que Judá ha estado viviendo en desobediencia por culpa de sus antepasados y que la nación está bajo la ira de Dios por haberse alejado.

En esto, Josías reconoce la consecuencia y el problema intergeneracional. «Grande es la ira del Señor que ha caído sobre nosotros, ya que nuestros padres no guardaron la palabra del Señor ni actuaron conforme a todo lo que está escrito en este libro». 2 crónicas 34:21

Josías manda a una profetisa a consultar si Dios estaba enojado, y confirma que la ira de Dios es grande. Pero la profetiza le dice que Dios no castigará a Josías ni en su reinado, porque él se humilló y mandó inmediatamente a rectificar.

Salmos y lo intergeneracional

Dejaremos expuestas algunas de las citas bíblicas sobre lo intergeneracional, no todas porque son demasiadas:

Salmo 37: En el versículo 25 nos habla de cómo el Señor bendice a los buenos y la prosperidad llega hasta sus hijos y castiga a los malos y el castigo llega hasta los descendientes. “Yo fui joven, ahora soy viejo, y nunca vi un justo abandonado, ni a sus hijos mendigando el pan; él presta siempre con generosidad y su descendencia será bendecida. Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada, porque el Señor ama la justicia y nunca abandona a sus fieles. Los impíos serán aniquilados y su descendencia quedará extirpada, pero los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre.” Salmo 37, versículo 25-29

Salmo 69, 112, 103, 109 y 128: Aquí podemos ver algo cotidiano de la vida, y es cuando una familia ama al Señor y eso pasa de generación en generación; se notan esas bendiciones familiares, se notan en los descendientes las oraciones de padres y abuelos. Pues, así como se debe reparar intergeneracionalmente, también todas las bendiciones intergeneracionales las recibimos.

«Dichoso el hombre que teme al Señor y se complace en sus mandamientos. Su descendencia será fuerte en la tierra, la generación de los rectos será bendita». Salmo 112: 1-2

«Pero el amor del Señor es eterno para aquellos que le temen, y su justicia llega hasta los hijos de sus hijos, para los que guardan su alianza y se acuerdan de cumplir sus mandatos«. Salmo 103:17-18

«Tu esposa será como una vid fecunda en el interior de tu casa, tus hijos como brotes de olivo alrededor de tu mesa. Así será bendecido el hombre que teme al Señor.« Salmo 128:3-4

«Los hijos de sus siervos recibirán la herencia, y los que aman su nombre morarán en ella.» Salmo 69:36-37

Pero, así como el Señor bendice las familias intergeneracionalmente, si las personas no se arrepienten, también hay grandes consecuencias intergeneracionales: «Que su descendencia sea extirpada, que en una generación se borre su nombre. Que se recuerde la iniquidad de sus padres ante el Señor, y el pecado de su madre no sea borrado». Salmo 109:13-14

Pecado original y Bautismo

Como vemos, la sanación intergeneracional pertenece a la tradición viva de la Iglesia y a las Sagradas Escrituras. Dios es justo, si uno abre puertas al demonio, Dios lo permite, y si no lo permitiera, sería un Dios injusto. Si el demonio nos ataca de una manera extraordinaria es porque de alguna manera esas puertas siguen abiertas o se les abrió. Por ejemplo, si una persona le abre las puertas al demonio porque así lo elige para su vida, Dios respeta la decisión personal y lo tiene que hacer a pesar de no querer hacerlo. Si fuera por Dios, el mal no existiría, pero también respeta la libertad de los ángeles, donde algunos se convirtieron en demonios por no elegirlo, y otros ángeles fueron más santificados por seguirlo, como San Miguel.

A pesar de que muchas personas son muy reticentes a lo intergeneracional, debemos entender que no hay mala voluntad en las personas que entienden que esto es una realidad y tampoco en los que no lo entienden así. A fin de cuentas, se busca la verdad, y “la verdad os hará libres” (Juan 8:31-38).

La doctrina del pecado original es fundamental en la enseñanza cristiana, que refiere al pecado por desobediencia de Adán y Eva y que, por este pecado, la humanidad lleva sus consecuencias, que son la carencia de la vida de gracia y no estar preparados para ser hijos de Dios. El bautismo borra las consecuencias del pecado original y nos hace hijos de Dios. El pecado original es el ejemplo vivo de sanación intergeneracional, ya que el pecado, sin ser de nosotros (porque el pecado siempre es personal), debemos hacer un acto expiatorio (el bautismo) para poder borrar las consecuencias. Lo mismo pasa con la sanación intergeneracional: se ofrece una serie de sufragios para borrar consecuencias, aunque el pecado es personal.

También en Adán y Eva el pecado original es personal; este se llama en teología “pecado original originante”, mientras que cuando nos referimos a las consecuencias que lleva toda la humanidad, hablamos de “pecado original originado”. En cuanto a esta consecuencia intergeneracional, San Pablo dice:

“Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron”. Romanos 5:2

Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos”. Romanos 5:15

Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su venida”. 1 Corintios 15:22.

Son citas bíblicas que refuerza la noción del bautismo y de las consecuencias intergeneracionales a través de la humanidad, y que Cristo trae la redención, la sanación y la purificación para todas las personas.

¿Cuáles fueron las consecuencias del pecado original? El pecado original se contrae de generación en generación hasta los fines de los tiempos. Antes, el ser humano vivía en armonía con Dios, con la naturaleza, consigo mismo y con los demás, y todo esto se rompe. A su vez comenzamos a tener una concupiscencia que es la inclinación hacia el pecado y, por último, el ser humano tenía dones que también fueron perdidos; por ejemplo, no moríamos, no sufríamos, no enfermábamos.

Todo esto se perdió como consecuencia del pecado original, pero por los méritos de Cristo, todas estas cosas se van reparando día a día con la gracia de Dios, y se llega a la perfección en el cielo. Pero, ¿quiere decir que heredamos el pecado personal de Adán y Eva? No. ¿Quiere decir que heredamos consecuencias del pecado original de Adán y Eva? Sí, por eso hablamos de una sanación intergeneracional cuando se hace el bautismo, y también cuando queremos sanar consecuencias de nuestro árbol genealógico.

Incluso en el bautismo se hace un exorcismo menor, que está dentro del rito establecido por la Iglesia; es una oración de liberación, una plegaria a Dios para librarlo del demonio por el pecado original. ¿Por qué se debe hacer una plegaria de liberación si ya con el bautismo se borran las consecuencias del pecado original? Justamente porque el bautismo borra las consecuencias del pecado original, y esa plegaria, además del bautismo, es otro pedido de sanación intergeneracional, pero en este caso, atacando directamente al demonio, por si queda alguna consecuencia que sea necesaria sanar.

Sanación intergeneracional y nuevo testamento

Cuando las naciones rechazan al Mesías

Hablando de destrucciones, Jerusalén fue destruida en el año 70 d.C. y lo profetizó el mismo Jesús. Tito rodeó Jerusalén con legiones romanas y también algunas tropas auxiliares y construyó un muro para cortar los suministros a la ciudad, bloqueando la entrada y la salida. Luego de meses de asedio, entraron a la ciudad, la incendiaron y masacraron a los ciudadanos. Según algunos historiadores, murieron más de un millón de judíos durante el asalto y el lugar más sagrado del judaísmo, que era el templo de Herodes, fue destruido.

Este hecho lo profetizó el mismo Jesús: “Jesús salió del Templo y, mientras iba caminando, sus discípulos se acercaron a él para hacerle notar las construcciones del mismo. Pero él les dijo: «¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará aquí piedra sobre piedra: todo será destruido” Mateo 24:1-2.

¿Por qué pasó esto? Porque rechazaron al hijo de Dios, y no solo eso, también lo crucificaron, y queda probado en Lucas 21:20-24: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima». Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento”.

Nótese cómo el mismo Señor habla de aquellas generaciones que también padecerán las consecuencias intergeneracionales: “¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días!” Lucas 21:23.

Siguiendo con las grandes destrucciones, podemos observar pasajes donde se anuncia que por este rechazo a Dios «habrá entonces una gran tribulación, como no la hubo desde el comienzo del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás». Y si no fuera abreviado ese tiempo, nadie se salvaría; pero será abreviado, a causa de los elegidos” Mateo 24:21-22.

Son los mismos pecados los de hoy y los de ayer y es el mismo Dios el de ayer y el de hoy, y en cada época vemos un Dios justo pero misericordioso, exhortando según cada época y son conceptos que no se contraponen.

Los apóstoles y Jesús: Juan 9:1-3

Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». «Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios». Juan 9:1-3. Muchos usan este texto bíblico para argumentar que la sanación intergeneracional no existe, ya que Jesús dice que esta persona está ciega para la gloria de Dios. Pero sigue siendo una mala interpretación argumentar que no existe lo intergeneracional por esto, ya que Jesús dice “ni él ni sus padres”. Es decir, en este caso en concreto (el ciego), no peco ni él ni sus padres.

Si usamos el argumento de que lo intergeneracional no existe por esta cita bíblica, también tenemos que decir entonces que el pecado personal ordinariamente no tiene consecuencias personales, porque también Jesús dice en esta cita que el ciego no pecó. Pero esta hipótesis es imposible; si hay algo que no se discute, es que todo pecado tiene una consecuencia personal.

Si Jesús hubiera dicho: “Ni él ni los pecados de sus padres le traen consecuencias a él”, esto ya sería otro cantar y definitivamente Jesús está aclarando la doctrina sobre lo intergeneracional. Y justamente el hecho de que no haya abolido lo intergeneracional en este momento y lo hayan dejado plasmado los evangelistas, es otra razón para darnos cuenta de que las consecuencias intergeneracionales se dan de generación en generación, incluso hasta en una enfermedad física, en este caso los apóstoles preguntándose si era ciego por un problema intergeneracional. Actualmente se han visto consecuencias tan graves y peores (por ejemplo, perder la vida) por problemas intergeneracionales.

San Pablo: 2 Timoteo 1:5

Este versículo nos muestra cómo la fe se transmite de generación en generación y nos muestra cómo Pablo le recuerda a Timoteo la herencia espiritual que tiene: “Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes”. 2 Timoteo 1:5

Exhortación de Jesús: Mateo 23:29-36

Jesús reprende severamente a los fariseos y escribas y deja en claro que, como las acciones de generaciones pasadas, como, por ejemplo, matar y perseguir profetas, si no hay un arrepentimiento, se sigue perpetuando la conducta (y de hecho se sigue perpetuando, porque ellos fueron los que condenaron a Jesús) y que estas a su vez tienen grandes consecuencias. “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, ¡no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas”! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres! ¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo podrán escapar a la condenación de la Gehena? Por eso, yo voy a enviarles profetas, sabios y escribas; ustedes matarán y crucificarán a unos, azotarán a otros en las sinagogas, y los perseguirán de ciudad en ciudad. Así caerá sobre ustedes toda la sangre del justo Abel, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, al que ustedes asesinaron entre el santuario y el altar. Les aseguro que todo esto sobrevendrá a la presente generación. Mateo 23: 29-36

San Esteban: Hechos de los Apóstoles 7:51

En este versículo vemos como San Esteban, el primer mártir de la Iglesia, les recrimina a los hombres lo cerrados que están a Jesús, y reafirma como siguen repitiendo los errores de sus antepasados, y esto es un fenómeno que no se da “obligatoriamente”, sino que cada uno tiene la libertad de elegir el camino que quiere. Pero en este caso vemos cómo la actitud se sigue perpetuando porque hay una falta de conversión de corazón. ¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados a la verdad! Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo y son iguales a sus padres”. Hechos de los Apóstoles 7:51

San Pedro: 1 de Pedro 1:18-19

Este versículo es clave, porque muestra que, aunque uno pueda heredar costumbres (por un acto repetido) o pueda heredar consecuencias intergeneracionales, siempre en Cristo hay redención, rompiendo con cualquier cadena del pasado. Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes.” 1 Pedro 1:18-19. Si no existiera un efecto intergeneracional, si todos fuésemos una tabla rasa al nacer, ¿por qué necesitamos ser rescatados de la vana conducta heredada de un padre, como dice Pedro?

María Santísima: Lucas 1:50

El siguiente versículo forma parte del tan conocido Magníficat, un cántico de alabanza de María al Señor luego de su encuentro con su prima Isabel. María Santísima exalta la misericordia de Dios, y lo menciona de “generación en generación”. Cuando se utiliza esta expresión, significa que algo se transmite o se hereda de padres a hijos a lo largo del tiempo. “Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen”. Lucas 1:50

Sobre las confesiones. San Pablo: 2 Corintios 5:17 y Hebreos 10:18

La confesión es el actos reparatorios más grandes, y es la sanación intergeneracional más grande. Aunque muchas veces, cuando los ancestros no hicieron uso de este sacramento, eso perdura de generación en generación, y por eso se ofrecen misas, rosarios y otros sufragios para reparar las consecuencias. Es por eso que San Pablo dice que «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» 2 Corintios 5:17. Siempre en Cristo está la oportunidad de romper estas cadenas y ciclos de pecado, comenzando una nueva historia.

Un alma que se confesó y muere, los problemas intergeneracionales no son tantos y, aunque es muy difícil tener una medida para esto, siempre los sacramentos son las armas más fuertes que tenemos. Una cita bíblica que puede prestarse a confusión es, por ejemplo, Hebreos 10:18, donde dice San Pablo: “Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna oblación”.

San Pablo aquí no se refiere a nada que tenga que ver con lo intergeneracional, sino que antes de Jesús se hacían sacrificios expiatorios por los pecados. Luego de Jesús eso ya quedó viejo, y pasamos a lo nuevo, que es Jesús mismo que arregló los pecados frente al padre. Esta cita bíblica tampoco quiere decir que ya no hay más pecado y no hay que confesarse, sino que los sacrificios de los judíos ya pierden validez.

Analogía entre lo terrenal y lo espiritual

Jesús utilizó parábolas para explicarnos realidades espirituales a través de experiencias humanas. Esta correspondencia que utiliza Jesús nos muestra también que las realidades espirituales tienen un reflejo, aunque de manera imperfecta, humana, de las realidades divinas. Es por eso que, en nuestro mundo, vemos cómo la transmisión de un buen nombre, por ejemplo, de un buen político, también pasa a los hijos, quienes siguen los pasos de sus padres. O también vemos cómo hay sucesiones de bienes que pasan de generación en generación. Hay reputaciones honorables en el mundo que a menudo benefician a toda la familia. También se transmiten conocimientos, oficios, valores, creencias, estilos, incluso hasta patrones psicológicos y enfermedades biológicas. En igual medida, cuando vemos que esto sucede terrenalmente, refleja las realidades espirituales.

Cuando uno va al médico, lo primero que pregunta es sobre los antecedentes, porque se entiende que, si un familiar tuvo problemas de salud, es probable que los sucesores también lo tengan, porque así se da estadísticamente, aunque también hay pruebas científicas. Lo mismo pasa en el mundo de la psicología con los patrones de psicopatologías. Lo mismo pasa en el plano espiritual; hay adherencias y cargas espirituales que no son ni genéticas ni psicológicas, sino espirituales.

Hay ejemplos de familiares de santos, como han sido ayudados extraordinariamente. Conocemos a familiares del Padre Pío (familiares lejanos), que han sentido durante la vida muchas gracias especiales a las que no saben responder el porqué. Y se la atribuyen a Padre Pio por su gran santidad en la tierra, pues, así como puede haber problemas intergeneracionales, también puede haber grandes ayudas intergeneracionales. Los casos más comunes son el de los abuelos, que, llevando una vida santa, con el rezo del santo rosario o cosas por el estilo, luego de fallecidos incluso, logran la conversión de familiares más jóvenes.

Genealogía de Jesús

Siguiendo con la temática, ¡sí será importante la genealogía! Hay evangelios que se proclaman en misa y que se dedican enteros a hablar sobre la genealogía de Jesús. Los evangelistas son Mateo, por un lado, donde comienza con Abraham hasta llegar a Jesús, enfatizando el linaje judío y su derecho al trono de David, y por otro lado Lucas, donde traza desde Jesús hasta Adán.

¿Qué nos quiere decir un evangelio donde aparece la genealogía de Jesús? Primero, la legitimación mesiánica, porque las profecías indicaban que el mesías tenía que venir de la casa de David. ¿Qué quiere decir que venga de la casa de David? Como vimos anteriormente, David fue un rey que, a pesar de sus errores, fue muy amado por Dios, y que, de la línea ascendente del Rey David, siguen otras grandes personas de la historia de la humanidad como Abraham.

Si la genealogía fuese un tema que no tiene importancia, si todos nacemos como tabla rasa, no habría necesidad de que haya tanta información sobre la genealogía.

La pasión de nuestro Señor: Mateo 27:25

Este es el momento más sublime de la historia de toda la humanidad y la creación, porque con la muerte de nuestro Señor llegó la salvación. ¿Cómo fue? Resulta que el género humano pecó contra un Dios que es infinito. Al ser un Dios infinito, nuestra ofensa es infinita. Si todos los seres humanos del mundo hacemos sacrificios por nuestros pecados, no podríamos arreglar ni uno de ellos, porque somos seres finitos, es decir, limitados. ¿Quién nos puede ayudar contra una ofensa infinita? Solo un ser infinito; es por eso que la segunda persona de la Santísima Trinidad, nuestro Señor Jesucristo, vino al mundo y gran parte de su misión fue rescatarnos. Toda la vida de Jesús, en especial su dolorosa pasión, fue un sacrificio, un ofrecimiento al Padre eterno para pagar nuestras culpas.

Pero yendo a la cita bíblica, nos encontramos con Jesús y Poncio Pilato, que al no encontrar culpa en Jesús intenta liberarlo, pero la multitud, instigada por los líderes religiosos o, mejor dicho, el demonio, grita y pide: “¡Crucifíquenlo!”. Pero Pilatos responde: “hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes»” Mateo 27:24. Y la multitud responde: «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos». Mateo 27:25.

De alguna manera, todos los seres humanos dijimos “crucifíquenlo”. ¿Por qué? Si somos del bando que no acepta a Dios, quisiéramos que muera, que no nos moleste, hacerlo callar y seguir con nuestras vidas, como intentaron las personas de aquel momento y el mismo demonio. (El demonio pensaba que había ganado, que Jesús no iba a poder). Pero si somos del bando que seguimos a Jesús y que queremos llegar al cielo, necesariamente y obligatoriamente tenemos que aceptar ese ofrecimiento gratuito de Dios, porque si estamos por fuera de ello, Jesús no nos puede redimir, y la redención también es un ofrecimiento voluntario y lo aceptamos o no con nuestra libertad que Dios nos dota. (Juan 1:12) Por eso, cualquiera de los dos bandos dijo “crucifíquenlo”, aunque la intención de corazón es diferente.

Enseguida uno puede pensar: ¿Qué Dios da la vida de esta manera por sus criaturas? De tantos dioses que hay en el mundo, ¿quién tiene la talla de nuestro Señor Jesucristo? Realmente, ¡no hay nadie como Dios!

Pero, volviendo al tema que nos convoca, la muchedumbre dijo: «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos». Mateo 27:25. Los evangelistas dejan muy explícito cómo influye lo intergeneracional, incluso en lo que se entendía como una responsabilidad. En este caso tal vez los fariseos gritaban eso porque pensaban que hacían un acto justo, y que ese acto justo llegara también hasta sus hijos. Pero, ¡qué paradoja! Menos mal que su Sangre llegó hasta todas las generaciones, como lo pidieron en ese momento, porque gracias a ella somos librados. (Efesios 1:7)

Por mil generaciones.

Así como el bien de los padres repercute por 1000 generaciones, dice la sagrada escritura, significa que queda para siempre, mientras que lo malo, por los méritos de Cristo, solo repercute hasta la 3.ª o 4.ª generación. Por eso, como mencionamos anteriormente, podemos ver ejemplos de santos o familiares muy piadosos cuyas acciones buenas en la vida repercuten en nuestra vida también.

Aunque es cierto que un pecado y un problema intergeneracional se puede volver así de largo también, ya que el problema de lo intergeneracional es que, si se va repitiendo de generación en generación los pecados y no hay nadie que lo corte, se van extendiendo, porque si el abuelo pecó, hay 3 o 4 generaciones. Pero si el hijo siguió con las mismas costumbres, se compromete también a las siguientes generaciones. Si el siguiente hijo sigue con lo mismo, también se compromete a las siguientes generaciones. No es que se sumen 4 generaciones del abuelo más 4 generaciones del hijo y así sucesivamente, sino que, por no cortar esa cadena intergeneracional por falta de conversión o de directamente no seguir los pasos de Dios, eso se va perpetuando.

En la experiencia de exorcistas y comunidades católicas, hay personas que han sanado hasta la 10.ª o más generaciones, ya que el pecado de la décima afectó a la novena, luego la novena a la octava y así sucesivamente hasta llegar a la persona que comenzó a reparar; nunca se cortó la transmisión.

No podemos olvidar la bendición intergeneracional que Dios nos regala con el quinto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da”. Éxodo 20:12. Por ejemplo, los recabitas honraron las enseñanzas de sus antepasados y Dios los bendijo generacionalmente por su fidelidad. “Y a la familia de los recabitas, Jeremías, el Dios de Israel: Porque ustedes han obedecido la orden de Jonadab, su antepasado; porque han observado todos sus mandamientos y han obrado conforme a lo que él les ordenó, por eso, así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Nunca le faltará a Jonadab, hijo de Recab, un descendiente que esté todos los días en mi presencia» Jeremías 35:18-19

En contraste, los hijos de Elí deshonran a su padre y a Dios, y como consecuencia, su descendencia es cortada del sacerdocio. “¿Por qué entonces pisotean mi sacrificio y mi ofrenda, que yo prescribí para mi Morada? ¿Por qué honras a tus hijos más que a mí, haciéndolos engordar con lo mejor de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por eso, el Señor, el Dios de Israel, pronuncia este oráculo: Yo había dicho que tu familia caminaría siempre en mi presencia. Pero ahora –oráculo de Señor– ¡lejos de mí todo eso! Porque yo honro a los que me honran, pero los que me desprecian son humillados”. 1 Samuel 2:30-33

Pero también lo intergeneracional es un hecho que lo vemos normalmente, por ejemplo, cuando se hereda el buen gusto, la buena técnica, el carácter, el buen pasar o la gracia de alguna cosa. Y puede que muchos casos son cosas aprendidas en casa, y muchas veces se dan gracias intergeneracionales en las familias.

El Juicio Universal

En el juicio particular, nos encontramos con el Señor, y será el momento de definir si el alma quiso estar con Él o no quiso estar con Él. (es una decisión libre y voluntaria, sin presión ni obligación) Pero también la sagrada escritura nos habla de un juicio universal, donde Cristo vendrá “en su gloria acompañado de todos sus ángeles […] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda […] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.” (Mt 25, 31.32.46) En ese momento se mostrarán todas nuestras faltas y veremos todas las faltas de los demás. Algunos santos lo llaman el Día de la Vergüenza Universal.

¿Por qué existe un juicio universal? Tiene mucho sentido, lógica y especialmente mucho sentido de justicia. Porque será el momento en el que veremos cómo nuestra vida tal vez fue afectada o fue salvada por la acción de otros, por ejemplo, con la oración o con los problemas intergeneracionales. En ese momento se descubrirá cómo afectó en mi alma particularmente ese “choque de libre albedrío” de los demás. Y es muy justo que sea así, ya que es justo que el alma sepa cómo afectó a la otra negativamente, y que por eso la otra se condenó o se salvó, etc. Si no se diera de esta manera, no sería justo y, como sabemos, los juicios de Dios son sumamente justos y rectos. Es ver claramente la repercusión de nuestros actos y los actos de los otros.

Dogma, cartas del Papa Juan Pablo II magno, Concilios y el Año Jubilar.

Dogma de la Comunión de los Santos nos ayuda a entender la sanación intergeneracional.

El dogma de la comunión de los santos lo profesamos en el credo. “…creo en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados…” Esta comunión quiere decir que tenemos una comunión de todos los creyentes en Cristo, tanto en la tierra (la iglesia peregrina), como los que están en el cielo (la iglesia triunfante), como los que están en el purgatorio (la iglesia purgante). Esta unión se basa en que todos los bautizados son miembros del Cuerpo místico de Cristo. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo”. 1 Corintios 12:27. También hay citas de lo mismo, como Romanos 12:4-5, Efesios 4:15-16, Colosenses 1:18 y otras referencias teológicas.

Esta unión espiritual tiene cualidades; por ejemplo, se comparten los bienes espirituales, hay una solidaridad y una ayuda mutua. Es por eso que podemos acudir a un santo, para que su intercesión nos ayude, porque ellos que están en el cielo también están unidos a nosotros en la tierra que peregrinamos hacia allí.

Juan Pablo II decía que hay una comunión en el bien como en el mal en la Exhortación Apostólica post-sinodal «Reconciliación y Penitencia»[1]. ¿Qué quiere decir esto? Que el bien de una persona nos eleva a todos, pero el mal de una persona nos abaja a todos. Una persona que se eleva y se hace santa, tira toda la Iglesia hacia arriba siendo más santa, pero una persona que se abaja, tira a toda la Iglesia para abajo. Esta relación también se aplica a lo intergeneracional. Cuando una persona se eleva, se hace santa, también tira para arriba a todos sus antepasados, especialmente cuando hablamos de que están o en la iglesia purgante o en la iglesia peregrinante.

De hecho, una anécdota que cuenta un exorcista es que, en la vida de san Juan Pablo II, no podía comenzar el Jubileo del 2000 sin hacer una sanación intergeneracional en la Iglesia misma, pidiendo perdón por todos los pecados de los cristianos.

Y en esta anécdota, los Cardenales le dijeron que no podía hacer eso, que no tenía derecho y que no podía orar por los pecados pasados y que no era católico. El Papa Juan Pablo II, que era un gran antropólogo y teólogo, mandó que la Comisión Teológica Internacional se encargara de estudiarlo. Esta comisión sacó un dictamen de 100 folios llamado «Memoria y reconciliación: La Iglesia y las culpas del pasado», explicando que un Papa y cualquier persona pueden pedir perdón por los pecados de nuestros antecesores, rechazarlos y rezar para que eso se remedie y se purifique en el presente, justamente por esto, porque hay una comunión en el bien y en el mal. Incluso rezar por los difuntos es una obra de misericordia básica de la historia de la Iglesia.

En este perdón que la Iglesia hizo, hubo anécdotas como, por ejemplo, el Cardenal Van Thuan, que pidió perdón por las persecuciones religiosas, justamente él que fue perseguido por ser católico bajo el régimen comunista en Vietnam. Fue arrestado y pasó 13 años en prisión, incluyendo nueve años de aislamiento.

Si Juan Pablo II pidió perdón por los antiguos pecados de la iglesia, ¿por qué nosotros no podemos ofrecer sufragios a Dios para reparar las ofensas?

El Año Jubilar

El Año Jubilar es un tiempo especial de gracia y renovación espiritual. Se dio en la tradición judía como en la cristiana. Para los cristianos es un año santo, donde se conceden gracias especiales para el pueblo de Dios. Estas gracias son indulgencias parciales o indulgencias plenarias de los que cumplen ciertas condiciones.

Los años jubilares pueden ser ordinarios, que se dan cada 25 años, o extraordinarios, que se dan en ocasiones especiales por el Papa. El objetivo principal es ofrecer a los fieles la oportunidad de experimentar la gran misericordia de Dios, por ejemplo, con:

Indulgencias: Son la remisión de la pena temporal por los pecados perdonados. Es decir, reparamos nuestros pecados. En la confesión, Jesús los perdona, pero queda una consecuencia que se debe reparar. Con las indulgencias se gana esta gracia. Es importante decir que no borran el pecado (esto es gracias a la confesión), sino que eliminan en algunos casos o reducen en otros casos las consecuencias que quedan por el pecado.

Por ejemplo, le rompemos el vehículo a una persona. Esa persona puede perdonarnos (confesión), pero además de ese perdón, pide que reparemos ese auto y que quede como estaba (reparar la consecuencia. Esto se hace con las indulgencias).

Cuando Dios nos regala una indulgencia plenaria, reparamos todas las consecuencias en nuestra vida. (se arregla todo el auto). Pero también está el caso de ganar una indulgencia parcial, que no es como la plenaria, pero también es muy buena. Esta indulgencia se gana cuando el acto para recibir la plenaria no es perfecto, por ejemplo, y se da una parcial. También se ganan porque constantemente hacemos actos meritorios de indulgencias parciales y estas nos ayudan a ir reparando las ofensas. En el caso del Año Jubilar, la indulgencia plenaria se consigue con: Confesarse, recibir la comunión, recitar el credo, orar por las intenciones del Santo Padre y luego algunas condiciones particulares de cada año. Por ejemplo, en el 2025, las condiciones son: Un tiempo de adoración y meditación al Santísimo, rezar a María en el lugar destinado por el Santo Padre (generalmente las catedrales, basílicas, etc.). En otros casos también se podían hacer peregrinaciones, etc. Por último, esta gracia se debe reclamar y solicitar la indulgencia, es decir, habiendo hecho las condiciones, pedir a Dios la indulgencia y aplicarla a uno mismo o a un familiar ya fallecido que podamos sospechar que esté en el purgatorio y aquí está la parte importante y que tiene que ver con lo intergeneracional.

De alguna manera, pareciera que los años jubilares son años para limpiar lo intergeneracional en el Pueblo de Dios, ya que todas estas gracias que se dan se pueden ir aplicando a familiares que ya han fallecido y, si están en el purgatorio, esa gracia especial los lleva al cielo. Si no se aplica una indulgencia plenaria, tal vez porque el acto fue imperfecto, entonces por lo menos serán indulgencias parciales, y son muchísimas las que bajan del cielo. Todas estas son aplicadas incluso a sus familiares fallecidos u otras personas fallecidas; nada se desperdicia.

La cuestión intergeneracional la podemos ver muchas veces en las escrituras; a veces el problema es no tener el “chip” de estar atentos a esto. Podemos ver otras citas bíblicas como el diluvio universal, Sodoma y Gomorra, etc.

Santo Tomás de Aquino

En Santo Tomás de Aquino podemos ver algunas cuestiones sobre lo intergeneracional, aclarando en principio que nunca lo menciona con esta palabra. Puede que esta parte del texto sea un poco más agobiadora por lo complejo de Santo Tomás en la Suma Teológica.

Cuestión 119

Primero, en la cuestión 119 de la Suma Teológica, le dedica bastante atención al pecado original, argumentando que este pecado no es personal de cada individuo, sino que es transmitido de generación en generación a través de la procreación. Según Santo Tomás, «el pecado de Adán fue transmitido a toda su descendencia De esta manera, hablamos de que el pecado original se hereda y es un problema intergeneracional que se va sanando con el bautismo.

Cuestión 47

Santo Tomás también habla de que los pecados (vicios) o las virtudes pueden ser transmitidos como hábitos buenos o malos que se copian o se adquieren por la imitación del ejemplo y tienen la capacidad de pasar en generaciones. Esto lo aborda en la cuestión 47. Aunque también es cierto que esta cuestión no es tanto espiritual o como una consecuencia, como lo venimos hablando en todo este texto, sino que refiere al sentido más psicológico de la persona.

Cuestión 103

Otra cuestión interesante y que tiene que ver con lo intergeneracional es el Gobierno Divino de Dios en la cuestión 103. En esta cuestión, Santo Tomás dice que Dios ordena todas las cosas en el universo; no es un mundo caótico, sino que está regido por un orden universal establecido por Dios. En este sentido, cada acción que ocurre, incluyendo los actos humanos, tiene un impacto en este orden que Dios establece.

Todo lo creado depende de Dios no solo en su ser, sino también en su obrar; el universo no es solo estático, sino dinámico. Dios sostiene al mundo y dirige cada acto hacia su finalidad. «Así como es propio del artífice dar el ser a la obra, así también es propio de él conservarla y dirigirla a su fin. De ahí que, si Dios es causa del ser de las cosas por su entendimiento y voluntad, como ya se ha demostrado (q. 22, a. 1), es necesario que por su entendimiento y voluntad también gobierne las cosas para su fin«. Suma Teológica, I, q. 103, a. 1

Esto significa que Dios no solo crea al mundo, sino que lo mantiene, le da existencia y lo dirige según su providencia. Dado este orden, las acciones humanas no pueden verse como aisladas, sino que forman parte de este orden, tienen repercusión en ella y en el mundo en su conjunto.

«El bien del universo depende del orden que le ha sido impuesto por Dios. Por lo tanto, si algo se aparta de este orden, en cuanto a lo que de sí mismo es, resulta un mal en el universo; pero, en cuanto está ordenado por Dios, pertenece a la universalidad del bien, porque de los males saca Dios bienes». Suma Teológica, I, q. 103, a. 7

Lo que dice Santo Tomás aquí es que cualquier persona que actúa contra el orden moral, por ejemplo, con un pecado, no solo se daña a sí mismo, sino que también afecta el orden del universo. En este sentido, podemos inferir junto con Santo Tomás que las acciones individuales tienen un efecto más allá de su vida individual y este es el caso de lo intergeneracional o, como hablamos anteriormente, el cuerpo místico de Cristo.

Aunque Santo Tomás no dice explícitamente que las consecuencias de los actos morales se transmiten intergeneracionalmente, su lógica sugiere que, si el pecado desordena el universo, este desorden puede extenderse con sus consecuencias en el tiempo, como lo es lo intergeneracional.

Cuestión 64

Santo Tomás dice que «los efectos de los sacramentos se extienden más allá de la persona que los recibe, en cuanto que por ellos se edifica la Iglesia, que es la congregación de los fieles». Esto quiere decir que también las cosas buenas se comunican de generación en generación por la gracia de Dios.

Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, II, d. 39, q. 3, a. 1

Esta es una obra de Santo Tomás que luego utilizó para hacer la Suma Teológica. Pedro Lombardo fue un gran teólogo medieval que luego grandes personas como Tomas de Aquino, Juan Duns Scoto, Guillermo de Ockham, entre otros hicieron publicaciones a partir de sus obras. En el Libro II, Distinción 39, Cuestión 3, artículo 2 del comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, donde se aborda cómo el pecado de los padres puede afectar a los hijos.

En primera instancia, dice Santo Tomás que hay un principio de responsabilidad: cada uno es castigado por su propio pecado. «Ahora bien, hay que saber que al pecado sigue una pena doble. Una pena que pertenece al alma por sí misma, no sólo en el presente, como la pérdida de la gracia y la turbación de la conciencia y cosas semejantes, sino también en el futuro, como la pena del infierno. Y el hijo nunca es castigado por el pecado del padre con una pena de este tipo, ya que esta pena no le alcanza a él mismo en tanto que es una cosa del padre». (Es decir, el hijo no va al infierno por el pecado del padre -principio de responsabilidad personal-).

Pero luego sigue el comentario argumentando si hay otros tipos de pena que llegan a los hijos según la divina providencia: “Otra pena sigue al pecado como por accidente, como las enfermedades corporales y otras penas temporales. Por eso tampoco se infligen siempre tales penas a los que pecan, sino según la disposición de la providencia divina que gobierna todas las cosas. Y a veces, con esta pena, es castigado el hijo por el pecado del padre, a menos que se produzca un impedimento por parte del hijo, que se mantenga por la vida buena contraria al pecado del padre; pues esta pena le acaece a él mismo en tanto que es una cosa del padre, como también por el pecado del hombre a veces se matan animales y se derrumban casas en los que no hay ninguna culpa”. (Es decir, puede que recaiga en el hijo, a menos que el hijo repare intergeneracionalmente por el hecho de tener una buena vida de fe y esto a los ojos de Dios sea bueno y por este hecho ya esté reparando).

Santo Tomás dice que hay ocasiones (no solo por imitación) en las que los hijos cargan los pecados según la providencia divina y que es conveniente repararlos.

Renovación Carismática

El Espíritu Santo es el autor de las Sagradas Escrituras y Él es el que se encarga de que se transmita la tradición, es el que ha ayudado a la interpretación de la revelación de manera adecuada y en el tiempo adecuado, además de todos los análisis humanos que podemos hacer, como por ejemplo desde el punto de vista lingüístico, textual y contextual, etc. Siempre debemos tener en cuenta que es una obra inspirada por el Espíritu Santo y se debe interpretar en este Espíritu.

Un ejemplo claro es el purgatorio. En la Biblia no aparece esto, pero sí nos da herramientas para entenderlo. Tampoco hay ningún dogma mariano; sin embargo, son fruto de la tradición viva de la iglesia. Tampoco la palabra Trinidad (para describir que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo), pero la tradición y los textos nos ayudan a entender que Dios es uno en tres personas.

Jesús, antes de irse, en la última cena les dijo a los apóstoles: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo”. Juan 16, 12-13.

La visión de Cristo y el Espíritu Santo van unidas; hay cosas que Jesús no verbalizó, pero sí las hizo el Espíritu Santo. Por ejemplo, los apóstoles eligieron a Matías como apóstol y no fue Jesús. Hoy se da una sucesión de Papas y es gracias al Espíritu Santo.

Pues en este sentido es así como muchas de las cosas de la Iglesia vienen del Espíritu y se van materializando a medida que se van comprendiendo, o incluso también se van olvidando dependiendo de la época.

La Renovación Carismática es una comunidad, justamente donde el Espíritu Santo es el centro de este movimiento, y gran parte de las ideas de lo intergeneracional vienen de aquí. En primer lugar, esto no quiere decir que esté exenta de excesos, como le puede pasar a cualquier comunidad católica. Por ejemplo, el imponer las manos de parte de un laico a otro, ya que es un gesto de autoridad y no es conveniente hacerlo. Los exorcistas entienden que si el que impone no está bien espiritualmente, puede afectar al otro. Siempre hay excepciones, como Santa Catalina de Siena o Santa Hildegarda, que, siendo solo monjas, hacían exorcismos muy impresionantes por su nivel de santidad.

Este movimiento de la Iglesia da muchos frutos en muchos lados del mundo; enseñan a la gente a orar, a hacer oración de alabanza sobre todo y sobre la importancia de alabar a Dios. Es un movimiento que enseña a tratar al Espíritu Santo, a abrirse a los carismas, pero también esto suscita mucha resistencia en diversos ambientes de la iglesia. Muchas veces se oponen, pero no la combaten, ya que el Vaticano ha aprobado el movimiento.

La cuestión intergeneracional es un debate que se ha dado entre personas que tienden a la Renovación Carismática y las personas que son más conservadoras. Por eso es muy común ver mucha diferencia de opinión, incluso entre teólogos, sacerdotes, obispos y exorcistas. El debate no tiene nada de malo, así ha sido siempre en nuestra iglesia, por ejemplo, cuando se debatían los dogmas.

Si bien el Vaticano no se ha expresado o sacado un documento dando una dirección clara, sí ha dado algunas luces grandes: En 2016, el día de Pentecostés, la Iglesia sacó un documento llamado Iuvenescit Ecclesia («La Iglesia rejuvenece»), publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe el 15 de mayo del 2016, donde aborda la relación entre la jerarquía y la Renovación Carismática en la vida de iglesia.

En resumen, el documento dice que la Iglesia se rejuvenece, se complementa con dos pulmones, el carismático y el jerárquico. El jerárquico al servicio de los carismas y el carisma enriquece la Iglesia. En el libro “Quo vadis ecclesia” del Padre Javier Luzón (España), cuenta que en determinado momento la Iglesia se convierte en una religión estatal, e inmediatamente el Espíritu Santo mueve a San Antonio y a los padres de la Iglesia en Oriente a promover el monacato, que se caracteriza por la separación del mundo, la oración, la austeridad y promover el evangelio desde el ejemplo.

“Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común”. 1 de Corintios 12:4-7.

Este documento que saca el Vaticano lo hace en el contexto de algunas conferencias episcopales que se expresan abiertamente sobre lo intergeneracional, dejando en claro que no es algo católico. Y hasta la fecha, el Vaticano nunca respondió directamente a las conferencias, sino que saca el documento diciendo que la Iglesia respira con su pulmón jerárquico y su pulmón carismático. No son muchas las conferencias que están en contra de esta doctrina; algunas de ellas se han pronunciado así porque lamentablemente han encontrado excesos y cabe destacar que estamos de acuerdo en que se debe cuidar todo este tipo de cosas.

Todos los carismas están movidos por el amor, pero supervisados por la jerarquía que cuida que la fe no se desvíe. Son muchos los temas que preocupan a la Iglesia año tras año, y como dijimos al principio, hay muchos temas que van quedando relegados, por ejemplo, la sanación, la liberación, la expulsión de demonios, la clase de demonios y cómo atacan a las personas, los dones (dados por el Espíritu Santo para la conversión propia de la persona), los carismas (generalmente dados por el Espíritu Santo para la conversión del prójimo), la sanación intergeneracional, las almas errantes (una verdad que se fue perdiendo, como lo decía el ritual de exorcismo de 1614), etcétera.

En parte, esto pasa porque en ciertos países hay una fe racionalista, donde hay ciertas costumbres y es muy difícil salir de estos moldes que se dan. También hay una herencia de la iglesia estatal desde el siglo quinto, en la que priman las formas, los respetos humanos, los cargos, los papeles, el despacho parroquial y no la sacristía. Prima lo humano y no lo divino.

Lo mismo les pasó a los protestantes; ellos buscaban una renovación de su iglesia, con oraciones de sanación y liberación, y esta es la rama llamada pentecostal. Así es como nace la renovación carismática, como un regalo de Dios, especialmente del Espíritu Santo, para renovar con sus carismas.

En los primeros siglos, lo carismático era lo más habitual entre los creyentes, ya que no había prácticamente institución, ni papeles, ni nada. Literalmente, la iglesia vivía dentro de cada creyente. Por eso había mucha fe, y eran muy habituales los milagros y la expulsión de demonios.

Conferencias episcopales

Las conferencias episcopales son las que mayoritariamente han tenido una posición en contra y han influido en la teología de lo intergeneracional. Con la referencia a mayoritariamente no nos referimos a cuanta cantidad de conferencias, porque son pocas, sino a cuanto que las pocas que han hablado sobre esto han influenciado. Aclaramos nuevamente que el debate no tiene nada de malo, es algo sano que se da en nuestra Iglesia y puede haber diferencias y matices.

En el año 2007, dos conferencias episcopales se quejan con el Vaticano sobre lo intergeneracional, la coreana y la francesa. El Vaticano lo que hace es entrevistarse con la Renovación Carismática, aclarar cosas que se dieron mal y proponer estudiar todo lo que tiene que ver con lo intergeneracional. Es una postura diferente a las conferencias, ya que lo que hace no es criticar o abolir, sino que llama a estudiar lo que la Renovación Carismática está hablando.

Luego pasa lo mismo con la conferencia polaca, y en el Vaticano no solo no condenó el actuar de la Renovación Carismática, sino que además sacó el documento que mencionamos anteriormente, que recoge la actitud que debe tener la iglesia, llamado Iuvenescit Ecclesia («La Iglesia rejuvenece») del 2016 en Pentecostés. De hecho, todos los carismas los suscita el mismo Espíritu Santo para enriquecer su iglesia y el obispo, que significa “epískopos” y que significa “supervisor o vigilante”, tiene que supervisar los carismas para que estén en unión con el evangelio de Jesucristo.

Pero, ¿qué pasó con cada conferencia? La conferencia episcopal coreana se reunió con carismáticos y ellos hablaron de lo intergeneracional; el problema fue que en la reunión hubo excesos, como, por ejemplo, invocar espíritus ancestrales. El invocar espíritus ancestrales, la reencarnación, pertenece a la nueva era, no es católico, pero también es importante tener en cuenta que hay países que tienen arraigadas estas costumbres de nueva era, como son los países de Oriente, como Japón, Corea, China, India, y que muchas veces se dan confusiones.

En definitiva, se mezcló lo católico y las tradiciones de su país y esto se debía corregir. Pero corregir no implica negar lo que el Espíritu Santo nos ha revelado.[2]

La conferencia episcopal francesa, a su estudio sobre la sanación intergeneracional[3], agregó peritos psicólogos (algo muy peligroso si el psicólogo no tiene una buena doctrina), pero que es un buen punto a tener en cuenta, ya que, en cierta medida, lo intergeneracional puede ser una sanación difícil de sobrellevar, por el hecho de que se habla de otros familiares, de algo que no es tangible, pero que afecta actualmente a la persona. Es algo a tener en cuenta, pero tampoco es la gran cosa, en el sentido de que, si la doctrina de la sanación intergeneracional puede suscitar descompensaciones psicológicas, entonces la doctrina del demonio aún puede mucho más. No se deja de hablar con la verdad por el hecho de que puede tener efectos esa verdad, pero es un buen punto a tener en cuenta.

En los comentarios de la conferencia francesa, dice que la sanación intergeneracional viene a buscar soluciones rápidas y externas, en lugar de un diálogo terapéutico. Aquí hay un error, pues la sanación intergeneracional no es nada rápida; es un proceso que incluso puede llevar años enteros de sacrificios, oración y también cambio personal. No es la salida fácil; es una de las sanaciones más difíciles.

Que la conferencia episcopal recomiende un diálogo terapéutico ya es un intrusismo profesional, si hablamos de diálogo que ayuda a las almas, no hay mejor experto que el sacerdote, pero, en segundo lugar, el experto en espiritualidad es el sacerdote, no el psicólogo. Pensar que un sacerdote no puede ayudar a una persona, porque solo lo puede hacer un psicólogo, es un grave error y un desconocimiento profundo de la psicología.

De la iglesia se toman todos los conocimientos que hoy se aplican en psicología; lo hacen con otros nombres, otras técnicas, pero es básicamente lo mismo. La Terapia Cognitivo-Conductual no es más que el manejo de las virtudes en la vida (algo de lo que se ha hablado toda la vida en la iglesia). La terapia psicoanalítica de Freud a grandes rasgos nos viene a hablar de que lo pasado nos afecta y esto se aloja en el inconsciente. Esto también es un concepto básico de nuestra iglesia, donde el Señor nos enseña a perdonar y sanar. La terapia sistémica viene a hablar de que los vínculos son vitales para una buena salud mental, y habla sobre los vínculos familiares, afectivos, laborales, etc. Otro concepto que lo encontramos hasta en los mandamientos y que Jesús enseña constantemente. Y así con varias de las terapias, algunas apoyadas más con vínculos satánicos y otras no tanto.

Es decir, nuestra iglesia enseña el camino a la realización y felicidad plena (lo que se entiende que la psicología hace en terapia), y no solo eso, los sacerdotes tienen la gracia de absolver pecados, dar sacramentos y expulsar demonios (toda la parte espiritual que no tiene ningún psicólogo).

Por otro lado, la conferencia francesa habla de que la sanación intergeneracional podría ocasionar que la gente no asumiera su responsabilidad personal en el pecado, y esto también es un muy buen punto. Ya vimos como Ezequiel, Jeremías, Moisés exhortaban en el principio de responsabilidad personal, porque entendiendo mal esta doctrina, entonces pueden pasar estos excesos. Pero tampoco termina de acabar con la doctrina, porque si fuera así, entonces deberíamos sacar, por ejemplo, los dogmas marianos, los santos y cualquier intercesor, porque si no, muchos podrían confundirse y hacer actos idolátricos. Sin embargo, esto no se hace, se llega a la verdad completa y se educa en toda la verdad completa. Y aunque tenemos a los santos y sabemos que no son Dios, hay muchos que ponen al santo primero y de último a Dios y no por esto se oculta la verdad.

También la conferencia episcopal francesa dice que se puede confundir con la doctrina del pecado original y también se pregunta ¿para qué sirven el bautismo y la confesión?, en el sentido de que la gente comenzará a confundir los sacramentos y hacer excesos.

En este punto estamos de acuerdo con la conferencia episcopal francesa: los únicos que perdonan los pecados son el bautismo y la confesión. Pero cuando hablamos de lo intergeneracional, no hablamos de pecados, hablamos siempre de consecuencias, porque el pecado es personal y no se transfiere ni se mueve a ningún lado. No se habla de “pecados intergeneracionales”, no existe el pecado intergeneracional.

La conferencia episcopal polaca dice que todo esto es de origen oriental[4], por ejemplo, con temas de reencarnación. Pero como ya aclaramos varias veces, la sanación intergeneracional no habla de nada de esto, no se reencarna ningún pecado, no se transfiere tampoco. Se sanan consecuencias. A su vez, argumentan que justifica la debilidad propia buscando explicaciones fáciles, y es verdad que puede ser un riesgo, pero no es nada de lo propio de la sanación intergeneracional. A su vez, un punto fuerte que puede tener la conferencia es que lo intergeneracional es contrario a la misericordia de Dios.

El Señor es misericordia y justicia; no ve solo con un ojo, porque eso sí sería el método fácil para justificar faltas y llevar una vida más o menos mediocre, porque total, el “Señor es misericordioso”. Justamente lo intergeneracional nos mueve a ordenar las cosas, a arreglar la casa de punta a punta, y aunque no se hereda un pecado, la consecuencia queda. El mismo Señor lo dice cuando da los diez mandamientos. A su vez, no es el Señor el que provoca el daño, es el demonio que encuentra permiso a través de estas consecuencias. La confesión perdona todos los pecados, pero las consecuencias hay que arreglarlas y esas tampoco se perdonan en la confesión.

Lo mismo con el bautismo: se puede bautizar, pero va a enfermar igual. ¿Cómo puede pasar esto si el bautismo borra el pecado original que fue el que hizo que perdiéramos todos esos dones que originalmente Dios nos había regalado? Porque justamente las consecuencias no se borran, quedan. De la misma manera, cuando hablamos de sanación intergeneracional, hablamos de ir arreglando consecuencias.

Falsedades sobre la sanación intergeneracional

En primer lugar, se dice desde las conferencias que la sanación intergeneracional no está viva en la tradición viva de la Iglesia, y como demostramos anteriormente, esto es falso; incluso los apóstoles le preguntaron a Jesús si el ciego pecó él o sus padres. La cita demuestra lo superarraigado que se encuentra lo intergeneracional.

Se dice que la sanación intergeneracional comenzó con un médico psicólogo, Kenneth McAll, que era misionero anglicano, nacido en China; había estudiado en Reino Unido y mezcló lo que estudió con sus raíces y pensamiento cultural. De esta manera concluye que ciertas enfermedades y fuerzas del mal vienen de lo intergeneracional. Es una mezcla entre práctica médica, terapias orientales y la fe. En primer lugar, no descubrió la pólvora; cada vez que vamos al médico nos preguntan por antecedentes. También si se va al psicólogo, se pregunta por los antecedentes.

Este doctor influyó mucho en el ambiente protestante, especialmente en el ámbito pentecostal, y luego la Renovación Carismática retoma muchas cosas de los pentecostales. Decimos retoma, porque lo intergeneracional es algo desde los primeros tiempos, desde las tablas de la ley, pero que de a poco dejó de existir en el pensamiento católico.

Kenneth McAll pudo haber puesto de moda la sanación intergeneracional, pudo haber influido en algo, pudo haber sido herramienta de Dios para que hoy debatiéramos sobre la sanación intergeneracional, pero es un tema que estuvo desde los primeros tiempos.

Por otra parte, la conferencia francesa habla de que no se encuentra en los Concilios algo sobre lo intergeneracional. También es equivocado, ya que cuando se definió lo que es pecado original en el Concilio de Trento (1545-1563), está hablando sobre una cuestión intergeneracional. Cuando el Concilio Vaticano II (1962–1965) habla de la comunión de los santos, está hablando de lo intergeneracional también, porque define que hay una comunión en la gracia y una comunión en el pecado. También en cartas apostólicas como la de reconciliación y penitencia de San Juan Pablo II.

A su vez sería incompleta la información si solo nos quedamos en esto, ya que, como se ha visto, las consecuencias intergeneracionales repercuten en la biología y en la psicología también y no solo en el alma o en consecuencias de tipo social o económico. ¿Cómo se puede dar esto? En primer lugar, el ser humano es una unidad de alma y cuerpo (en la versión dicotómica), o también cuerpo, alma y espíritu (versión tricotómica). Las dos son las mismas; una versión muestra más la psique y la otra versión no tanto, pero son lo mismo.

Esto quiere decir que, como somos una unidad, todo lo que pasa en una cosa afecta a la otra. Por ejemplo, si tengo un malestar corporal como fiebre, ¿cómo puede afectar también el estado de ánimo incluso a no tener ganas de cosas de la fe? ¿Cómo una cosa biológica como es un resfrío puede afectar algo no biológico, como cosas del alma? Esto pasa porque somos una unidad y cada cosa que pasa en cada área afecta la otra. Por eso, vivir en gracia de Dios no solo afecta lo que es espiritual, también afecta de manera positiva la psicología y el cuerpo. Hay muchas citas bíblicas que demuestran esto, como, por ejemplo: “Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser –espíritu, alma y cuerpo– hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Tesalonicenses 5:23

Incluso, San Pablo habla de que la comunidad de Corintios que comulgaba en pecado mortal, y por este hecho espiritual, afectaba lo biológico; la gente se enfermaba y moría. “Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación. Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles, y son muchos los que han muerto.” 1 de Corintios 11, 28-30. La unidad cuerpo y alma fue discutido en cuatro concilios: el concilio de Letrán, el de Vienne, el de Florencia y el de Trento.

Por eso, nuestro cuerpo es un cuerpo espiritualizado, que asume repercusiones que son espirituales y es así que cuando se da la unción de los enfermos, repercute en el cuerpo y muchas personas se sanan. Que lo intergeneracional, como consecuencia de cosas espirituales, repercuta en el cuerpo no es una idea lejana, es muy razonable; lo vemos en el pecado original y lo vemos con consecuencias intergeneracionales que, a medida que se ofrecen sufragios y reparaciones, van sanando. Aunque debemos saber que no hay sanación de ningún tipo sin antes la conversión. Primero la conversión, luego lo demás viene por añadidura. No hay cosa más importante en la vida que la conversión, aunque muchas veces se pone la carreta delante de los bueyes.

También la de orar por los antepasados y los familiares difuntos es una de las siete obras de misericordia; es una doctrina que está estrechamente unida a la comunión de los santos y el purgatorio. Los concilios que respaldan esto son los de Cartago, Florencia y Trento, y también tiene sustento en la biología.

Por último, se encuentra la conferencia episcopal española, que también en el 2024 se expresa en contra de la sanación intergeneracional.[5] El documento viene a hablar con argumentos similares a los anteriores, en primer lugar, que la práctica no tiene base en la doctrina cristiana y repite que cada persona es responsable de sus propios pecados. Como ya lo dijimos, coincidimos en que cada persona es responsable de su pecado. A lo que se refiere la sanación intergeneracional son a consecuencias.

A su vez, también el documento expresa que puede confundir al pueblo católico, ya que pueden caer en prácticas nueva era que no son compatibles, lo que se denomina como sincretismo religioso. También coincidimos en este punto, pero siempre la iglesia habló con la verdad, aunque sea un riesgo, por ejemplo, los santos.

En definitiva, tampoco se encuentran argumentos tajantes, convincentes o fuertes para abolir la doctrina de la sanación intergeneracional, por lo que también es una muestra de que es algo a meditar por parte de los que no creen en esto.  

Nueva Era

Con las discusiones sobre si la sanación intergeneracional es válida o no, le estamos haciendo un gran favor a todos los ocultistas, a todas las personas que practican y enseñan la nueva era, e incluso a otras religiones y profesiones de fe. ¿Por qué? Porque ellos sí ya se dieron cuenta de que lo intergeneracional afecta a las personas y ya hay múltiples terapias, sesiones, consultas, para solucionar el problema. Pero como sabemos, el demonio arregla un problema a cambio de empeorártelo más tarde con otro y peor. Pero es cierto que el demonio, en provecho de esta ignorancia que se encuentra, aprovecha la necesidad de las personas. Si bien es muy sano el debate, encontramos personas que optan por perseguir a los que hablan de sanación intergeneracional. Y como pasa esto, en la nueva era, allí están haciendo la carta astral con los ascendentes, constelaciones familiares desarrolladas por Bert Hellinger, regresiones, trabajos con el árbol genealógico, viajes chamánicos, el karma familiar, sanaciones energéticas y reiki porque dicen “encontrar energías bloqueadas”, astrología kármica donde se hace el análisis genealógico y un largo etcétera.

Como sabemos, día a día hay cada vez hay más prácticas de nueva era. Todas las mencionadas son satánicas, y no se debe incurrir en ellas, porque trabajan a costa de la gracia de Dios (es decir, perder la gracia de Dios y quedar en pecado mortal), comprometer el alma y comprometer a más familiares y el alma propia a cambio de muy poca cosa. Si no ayudamos en esto, las personas terminan en brujos.

Este caso es muy parecido a las revelaciones de santa Hildegarda. Esta santa doctora de la iglesia, exorcista, una santa muy elevada dentro de todas las santas, tiene manuales que hablan por ejemplo para qué sirve toda la creación. Por ejemplo, cuáles son las buenas comidas y cuáles no. Habla de todas las enfermedades del ser humano, incluso la del cáncer, y hay hospitales enteros que usan los métodos hildergadeanos, salvando literalmente vidas. Pero a santa Hildegarda la han desacreditado, porque ella habla de todo este tipo de cosas y parecen que son nueva era. Pero en realidad es la nueva era que se avivó antes que los creyentes y utilizó todos estos conocimientos para aplicarlo en sus sesiones. Es así que en sus locales vemos múltiples artefactos, piedras, rituales y alimentos en la nueva era que lo usan de cosas que en principio Dios nos la regaló para conocimiento del pueblo cristiano.

Por ejemplo, santa Hildegarda habla sobre todas las piedras, una de ellas es la piedra de jaspe rojo, y menciona que es buena para el corazón. En principio, la gente dirá que es nueva era o que es imposible. Pero una médica y científica católica en Colombia mandó a analizar el jaspe y los resultados dan que la piedra de jaspe rojo tiene como compuesto principal silicio. El silicio es muy bueno para la circulación, ayudando al corazón y es por esto que santa Hildegarda la recomienda usar colgada en el pecho y calentarla con el aliento.

En resumen, la nueva era viene capitalizando nuevos campos que ya el Señor le reveló a su pueblo, pero como su pueblo no los toma y los roban, los toma la nueva era. El ejemplo mencionado anteriormente no autoriza a comprar objetos en lugares de nueva era, ya que, además de los compuestos naturales, los lugares de nueva era también los rezan al demonio. Siempre que se quiera adentrar en este campo, hay que tener mucho discernimiento.

Sacerdotes y cardenales exorcistas

El Cardenal Tarcisio Bertone del Vaticano, que se entrevistó con la Renovación Carismática luego de que hubo pronunciamientos y algunos inconvenientes por parte de algunos grupos y conferencias. Luego de que el cardenal se reuniera con ellos, saca un documento llamado “Directrices sobre la oración de sanación”[6], que surge del diálogo con la Renovación Carismática. En la página 39 de dicho documento dice que la oración de sanación intergeneracional es una oración que está siendo objeto de estudio, de discernimiento y supervisión pastoral. Es decir, no dicen que está mal, sino que están observando.

No es la única oración que está en esta categoría; también podemos encontrar la sanación de recuerdos y la sanación de lugares físicos.

Por otro lado, encontramos exorcistas reconocidos que no han querido dar el nombre, porque hay cristianos que han optado por perseguir a los que piensan que la sanación intergeneracional es válida. Es el caso de un sacerdote, teólogo, antropólogo y exorcista que ha escrito sobre esta sanación intergeneracional, y en los más de 10 mil intervenciones como exorcista ve la necesidad de la sanación intergeneracional en la Iglesia. El sacerdote dice que las cargas epigenéticas de lo intergeneracional “no son genéticas, no es una carga corpórea, sino que va adherida a la transmisión de los genes”. Y lo pone en un ejemplo: Una madre lo contacta porque su hija se puso en contacto con un pederasta y casi la viola. El sacerdote le pregunta a la madre: —¿Usted ha sido abusada? —Y la mujer le responde: —Padre, ¿cómo sabe usted eso? Nuevamente el sacerdote le pregunta: —¿Su madre (la abuela de la chica) fue abusada también? Le contesta nuevamente: —Padre, ¿usted cómo sabe eso?

El sacerdote no lo sabía, pero sí entiende la dinámica intergeneracional, ya que hay una predisposición, se da una cadena intergeneracional en la familia y es importante cortarlas para que no vuelvan a repetirse.

También podemos encontrar al arzobispo de Australia, Julián Porteus, que publica un manual de exorcismos leves, con el imprimátur del arzobispo de Sídney George Pell. En una de sus oraciones reza: “Envíanos la espada del espíritu santo para romper y cortar cualquier hechizo, maleficio o encantamiento, incluyendo todo material negativo, adictivo, genético o intergeneracional pasado, presente o futuro que esté obrando en mi contra, en contra de mi familia, las personas con las que me relaciono o en contra de mis finanzas, posesiones y ministerios”.

El Padre Robert DeGrandis escribió el libro “Sanación intergeneracional” y el Padre John H. Hampsch es el autor del libro “Sanar tu árbol genealógico”.

Pero también hay sacerdotes que no están de acuerdo con esta sanación. El padre Rogelio Alcántara dice que no existen los pecados intergeneracionales, pero sí pactos, consagraciones y maldiciones ancestrales con demonios que repercuten en los descendientes. Es verdad que no existen los pecados intergeneracionales; como lo hemos dicho, son consecuencias. Pero justamente lo que él argumenta sobre que los pecados como consagraciones y que repercuten en los descendientes, es a lo que nosotros nos referimos sobre la sanación intergeneracional; son consecuencias que hay que sanar.

A su vez, también el padre Rogelio Alcántara dice que cuando se habla de lo intergeneracional, son pecados que se transmiten. Esto no es así y tampoco es lo que ha dicho la Renovación Carismática. El pecado es personal y no se mueve. Creemos entender que Alcántara se refiere más a los excesos que a lo que realmente es la sanación intergeneracional, y si son por los excesos, son todos dignos de ser corregidos y de que no se repitan. Pero diferente es decir esto a que todo está mal.

Padre Fortea exorcista dice que lo intergeneracional se basa en solo dos citas bíblicas, y que solo hay consecuencias intergeneracionales cuando se habla del pecado de la idolatría. Como vimos anteriormente en varias citas bíblicas esto no es así. Cuando se habla de sanación intergeneracional, no se habla de pecado, ni tampoco se habla de una maldición. Cuando se habla de sanación intergeneracional, el termino correcto es hablar de consecuencias.

Una consagración al demonio, puede terminar en una consecuencia mala y aquí esta lo intergeneracional, que no es lo mismo que decir que lo intergeneracional es una consagración al demonio. Es decir, hay un pecado grave que el que lo comete no se arrepiente ni repara, y como esa deuda no es saldada, influye en los descendientes.

Fortea habla de maldición, y se debe destacar que una maldición es una posible consecuencia, pero muchas herencias intergeneracionales que recibimos de los antepasados no son por una maldición. Que una persona tenga una enfermedad biológica, genética transmitida no es una maldición, sino que se transmitió epigenéticamente.

También encontramos al canal de YouTube “Que no te la cuenten” del padre Javier Olivera Ravasi, que habla sobre la cuestión intergeneracional y adopta una postura crítica. Padre Ravasi le hace una entrevista a Alcántara[7] explicando por qué lo intergeneracional no es católico. En primer lugar, comienza la entrevista hablando de herencias de pecados, y como ya dijimos, no es propio de la sanación intergeneracional. Pero luego de la fundamentación, lo curioso es que, en esta misma entrevista, al final, Alcántara termina afirmando que existen herencias de pactos diabólicos y maldiciones. Por un lado, lo niega, pero por otro lado reconoce que existe una transmisión espiritual.

Alcántara dice que los padres tienen una potestad natural sobre los hijos, y por ello, hasta que no se emancipen, los padres por esa potestad pueden hacer un daño. Justamente esto que señala Alcántara, es a lo que nosotros llamamos sanación intergeneracional.

Pues creemos que hay mucha confusión sobre este tema y por eso niegan la sanación intergeneracional. Por demás, el canal de Youtube «Que no te la cuenten» del Padre Javier Olivera Ravasi es un gran canal católico, que buscan la verdad con firme propósito y que es muy recomendado, aunque en este tema creemos que tiene un punto de vista equivocado.

A su vez, también se debe tener en cuenta la experiencia exorcística, ya que son los que han podido ver en su práctica la necesidad de esta sanación, y no desde un escritorio. También son muchos los testimonios de personas que experimentan la sanación intergeneracional, por ejemplo, cuando se hacen oraciones intergeneracionales y cómo les ayuda a vivir y transitar su vida. Muchos de ellos, por ejemplo, se sienten en carne viva por poder sanar este tipo de cosas. O también como luego de muchos años de enfrentamientos en la familia, luego de hecho un proceso de sanación intergeneracional, se vuelven a reconciliar. O como, luego de repetidas persecuciones sociales, por un proceso de sanación intergeneracional, la persona deja de experimentar las persecuciones.

Concluyendo

El presente texto es la primera parte sobre la sanación intergeneracional, que busca fundamentar la práctica para tranquilidad del pueblo cristiano.

Es importante dejar en claro que no existe un determinismo, es decir, que la persona esté determinada a una condenación o a una mala vida porque tiene un problema intergeneracional. Es como pensar que, porque una persona tiene ciertas condiciones sociales o económicas positivas, ya estaría salvada. El libre albedrío rompe con cualquier determinismo y nos da el volante de nuestra vida para optar siempre por cuál camino ir. Sumado a esto, la gracia de Dios para poder reparar y sanar hace que en definitiva podamos salir de cualquier estado que sea malo.

En todo caso, las condiciones en las que vivimos nos pueden ayudar o no. Puede haber dos personas con el mismo problema intergeneracional y una puede ser santa y otra pecadora, porque las dificultades de la vida no determinan la vida, sino que son adherencias que se deben ir corrigiendo.

¿Por qué Dios permite que lo intergeneracional quede medianamente relegado? Hay un problema más grande que el hecho de olvidar el bautismo o la confesión como argumentan las conferencias episcopales, y es el hecho de que, si todas las personas se tomaran a rajatabla lo intergeneracional, muchos podrían pensar que hay ciertos linajes selectos, superiores y otros no superiores. Este tipo de pensamiento, muy común en la sociedad, es el pensamiento racista, que sostiene que algunos están por encima de otros.

No debería pasar, ya que entre nosotros todos somos hermanos y todos valemos el mismo precio: La Sangre de nuestro Señor Jesucristo (un precio elevadísimo). Pero tampoco deja de ser una realidad la sanación intergeneracional por este inconveniente, sino que debemos tomarlo con alegría porque Dios nos da las herramientas, pero con prudencia para que no sea esta sanación una causa de desviación y de malos entendidos.

Referencias

·  Catecismo de la Iglesia Católica. (1997). Catecismo de la Iglesia Católica (2ª ed.). Ciudad del Vaticano: Librería Editrice Vaticana.

·  Conferencia Episcopal Coreana. (2007, 2 de noviembre). Carta pastoral sobre la sanación intergeneracional.

·  Conferencia Episcopal Española. (2024, 26 de septiembre). Nota doctrinal sobre la práctica de la «sanación intergeneracional». Recuperado de https://www.conferenciaepiscopal.es/nota-doctrinal-sanacion-intergeneracional/

·  Conferencia Episcopal Francesa. (2007). Mise en garde sur les dérives de la guérison intergénérationnelle.

·  Conferencia Episcopal Polaca. (2015, 5 de octubre). Pecado generacional y sanación intergeneracional: Problemas teológicos y pastorales.

·  Congregación para la Doctrina de la Fe. (2000, 14 de septiembre). Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación. Recuperado de https://www.corazones.org/doc/curacion_oracion_instruccion.htm

·  Congregación para la Doctrina de la Fe. (2016, 15 de mayo). Iuvenescit Ecclesia («La Iglesia rejuvenece»).

·  Juan Pablo II. (1984, 2 de diciembre). Exhortación apostólica post-sinodal «Reconciliatio et Paenitentia».

·  Luzón, J. (s.f.). Quo vadis, Ecclesia?.

·  Olivera, J. & Alcántara, R. (s.f.). Misa de Sanación y Pecado Intergeneracional Ancestral [Video]. No te la cuenten. YouTube.

·  Santa Sede. (s.f.). La Sagrada Biblia. Versión oficial en línea. Ciudad del Vaticano: Librería Editrice Vaticana. Recuperado el 15 de enero de 2025, de https://www.vatican.va/archive/bible/index_sp.htm

·  Santo Tomás de Aquino. (s.f.). Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, II, d. 39, q. 3, a. 1.

·  Santo Tomás de Aquino. (s.f.). Suma Teológica.


[1] Exhortación Apostólica post-sinodal «Reconciliatio et Paenitentia» del Papa Juan Pablo II, publicada el 2 de diciembre de 1984.

[2] Conferencia Episcopal Coreana. Carta pastoral sobre la sanación intergeneracional. (2 de noviembre de 2007).

[3] Conférence des évêques de France, Mise en garde sur les dérives de la guérison intergénérationnelle (2007)

[4] Conferencia Episcopal Polaca. Pecado generacional y sanación intergeneracional. Problemas teológicos y pastorales. (5 de octubre de 2015).

[5] Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, Nota doctrinal sobre la práctica de la «sanación intergeneracional», 26 de septiembre de 2024, disponible en https://www.conferenciaepiscopal.es/nota-doctrinal-sanacion-intergeneracional/.​

[6] Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación, 14 de septiembre de 2000, disponible en https://www.corazones.org/doc/curacion_oracion_instruccion.htm.

[7] Sacerdotes Javier Olivera y Rogelio Alcántara: Misa de Sanación y Pecado Intergeneracional Ancestral», No te la cuenten. YouTube

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