Principios generales de las lesiones cerebrales

En la presente entrada abordaremos a modo general y de manera introductoria las lesiones cerebrales. A su vez, hablaremos sobre los principios éticos que rigen a los Católicos para la atención de cada ser humano. Para complementar esta entrada, recomendamos leer las entradas “Principios generales de la organización y funcionalidad del cerebro” y “¿Qué es la neuropsicología?”.

Principios éticos

Al momento de atender personas, cada profesional debe tener en cuenta que cada ser humano posee una dignidad inviolable, independientemente de su estado de salud mental o física. Por eso la atención debe ser respetuosa, y no discriminatoria. (Catecismo, n. 2276) La atención a personas debe ser vista en su totalidad, es decir, debe haber una atención integral, teniendo en cuenta su mente, su cuerpo y su alma.

No se trata solo de lo corporal, ni se reduce el ser humano a órganos y funciones cognitivas, sino que se debe cuidar sobre todo el bienestar espiritual, por ejemplo, facilitando la administración de sacramentos. (Catecismo, n. 1503-1505)

“La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (cf Mt 4,24) son un signo maravilloso de que «Dios ha visitado a su pueblo» (Lc 7,16) y de que el Reino de Dios está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los pecados (cf Mc 2,5-12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan (Mc 2,17). Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: «Estuve enfermo y me visitasteis» (Mt 25,36). (Catecismo, n. 1503)

El paciente, siempre que sea capaz, debe dar su consentimiento libre y consciente para los tratamientos médicos. Si está mentalmente incapacitado, se debe buscar el consentimiento de un representante legítimo, respetando al máximo posible la voluntad del paciente. (Catecismo, n. 2296)

No se deben usar tratamientos desproporcionados que solo prolonguen la agonía sin verdadera esperanza de recuperación significativa. Se evita el «encarnizamiento terapéutico«. (Catecismo, n. 2278)

La manipulación química de la conciencia o personalidad (por ejemplo, usar fármacos de forma abusiva) es moralmente ilícita si no es en función del verdadero bien terapéutico del paciente. (Catecismo, n. 2291)

Por último, la Iglesia enseña que, especialmente en las enfermedades graves o debilitantes, el acompañamiento espiritual y humano es esencial. El enfermo no debe ser abandonado. Incluso es una obra de misericordia. (Juan Pablo II, Salvifici Doloris, 1984). El enfermo nunca debe ser visto como una carga, sino como un hermano que necesita ser acompañado con amor, cuidado y presencia. «La enfermedad y el sufrimiento son, para los cristianos, una ocasión especial de unión con Cristo sufriente y de participación en la obra redentora del Salvador» (Salvifici Doloris, n. 3).


«Estuve enfermo y me visitaron.» (Mateo 25,36)

¿En que varía las secuelas neuropsicológicas?

Cuando se produce un daño en el cerebro, vamos a ver alteradas las funciones cerebrales, así como si nos extirpan un pulmón, no oxigenaremos de la misma manera que si tenemos dos. Cuando hay áreas afectadas en el cerebro, también se afectarán las funciones cognitivas.

En este sentido, hay personas que entienden que el espíritu puede suplantar lo que en la biología hay un problema. Esto no es así, a menos que sea un milagro de Dios expresamente; la psique supone el cuerpo. Es decir, la psique funcionará normalmente mientras el sustrato biológico funcione adecuadamente.

Por otro lado, además de la biología y la psique, el ser humano cuenta con un espíritu que es el que está en comunión con Dios y asistido por el Espíritu Santo. «¿Quién conoce lo íntimo del ser humano sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, lo íntimo de Dios nadie lo conoce sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que Dios nos ha concedido». 1 Corintios 2, 11-12.

Nuestro lado espiritual no lo afecta antropológicamente por una lesión cerebral; lo único que afecta nuestro espíritu es el pecado. «No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; teman más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.» Mateo 10, 28.

En definitiva, el ser humano está compuesto por un ser, cuerpo, alma y espíritu, y si bien somos una unidad indisoluble, cada área tiene su singularidad. «Que el Dios de la paz los santifique totalmente, y que todo su ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo1 Tesalonicenses 5:23.

«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos; penetra hasta dividir alma y espíritu, articulaciones y médulas, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón«. Hebreos 4, 12.

Las secuelas neuropsicológicas van a variar en función de:

· La causa lesional.

· Extensión de la lesión. Cuanta más extensión, más áreas afectadas.

· Duración e intensidad de la lesión.

· Topografía lesional. Refiere a la localización específica de la lesión, por ejemplo, no es lo mismo si es en el hemisferio izquierdo o en el hemisferio derecho.

· “Cerebro Previo”. Es decir, cuanta reserva cognitiva o cuanto daño previo tenía el cerebro antes de la lesión. ¿era joven? ¿consumía drogas? ¿tenía alguna demencia? ¿había lesiones previas? Etc.

Todas estas van a determinar secuelas, porque hay lesiones reversibles y otras que no. No es lo mismo tener un deterioro como pueden ser las demencias, con una progresión característica que va empeorando y no puede revertirse, a una lesión izquierda donde puede estar afectado solo el lenguaje.

La edad influye bastante; cuanto más joven es el cerebro, más capacidad de recuperación tiene, aunque esto tiene excepciones. Por ejemplo, si un niño no desarrolló el lenguaje y en ese momento tiene una lesión cerebral en las áreas del lenguaje, no se aplica la regla de cuanto más joven, mejor, ya que, al no haber un desarrollo mínimo, dificulta mucho más el poder desarrollar el lenguaje. En este caso, hubiera sido mejor que la lesión hubiera sido a una edad más avanzada, cuando ya desarrolló el lenguaje.

La escolaridad es un factor neuroprotector bastante importante, ya que se genera una reserva cognitiva. En este sentido, podemos imaginarnos al cerebro como un músculo del cuerpo; cada vez que lo usamos y lo ponemos en práctica y en el “gimnasio”, va creciendo y desarrollándose.

En neuropsicología, un cerebro estimulado es un cerebro que desarrolla más conexiones entre las neuronas; esto es la “reserva cognitiva”. Cuanto más grande sea la reserva, más capacidad tendrá el cerebro para resistir el daño.

Otro ejemplo es el alto consumo de sustancias, ya que el cerebro funciona gracias a que las neuronas se comunican entre sí mediante neurotransmisores. Las sustancias como drogas o alcohol desbalancean esos neurotransmisores, los aumentan de golpe, los bloquean o los agotan. Otras sustancias son neurotóxicas y matan a las neuronas directamente a largo plazo, por ejemplo, el alcoholismo crónico. Otras drogas provocan inflamaciones o dificultan la plasticidad cerebral.

Causas comunes por lesiones cerebrales

Traumatismo encéfalo-craneano. (TEC)

Daño de la estructura y/o función cerebral provocada por una fuerza mecánica externa (TEC) con manifestaciones en el estado mental, cambios cognitivo-conductuales-emocionales y/o sinología neurológica.

El daño estructural es cuando hay un daño estructural del encéfalo; cuando hablamos de daño funcional, puede ser, por ejemplo, una dificultad en el metabolismo de las neuronas, pero que puede ser revertido, ya que funciona mal, pero no se rompe la estructura en sí. Algunas dejan en evidencia el daño estructural y muchas veces dejan ver el daño funcional.

El TEC es una de las formas más frecuentes encontradas en la clínica. Es de instalación aguda. En general sucede por accidentes de tránsito, pero también puede verse por violencia interpersonal. Según cifras de UNASEV en Uruguay, en el 2020 la principal causa del TEC son accidentes de tránsito. En general son jóvenes de entre 15 y 22 años de edad. Otras causas son por caídas en accidentes laborales, caídas de niños pequeños y ancianos, violencia o accidentes deportivos.

Los TEC se pueden dividir entre abiertos y cerrados. Abierto es cuando hay una ruptura del cráneo o las meninges. Se rompe la membrana de protección y puede ser algo bueno o algo malo, al igual que cuando hay un TEC donde no se rompe la membrana; puede ser algo bueno o algo malo.

El TEC abierto, al tener rota la capa protectora, deja una puerta abierta para que entren infecciones. Pero en el traumatismo cerrado, al no haber apertura, si se genera sangrado, edema o inflamación del cerebro, no va a tener lugar por donde salir. Al no tener por donde salir esa inflamación, el cerebro queda comprimido, lo cual altera el funcionamiento y a largo plazo también puede generar un problema.

Se empieza a generar presión intracraneana, y si bien la sangre es importante para el cerebro, tiene que estar por las vías que tiene que ir y no por otro lugar. La sangre es la que lleva el oxígeno. Si la sangre sale, se crea una masa que intoxica las neuronas y ocupa lugar.

En el TEC se puede afectar el funcionamiento por:

· Daño cerebral directo, pudiendo ser focal (un área concreta) o lesión axonal difusa (LAD), afectando de forma dispersa.

· Interrupción de la irrigación sanguínea.

· Formación de un foco hemorrágico. Es una acumulación de sangre en un área del cerebro.

· Edema, que es un aumento de líquidos en el cerebro, produciendo un aumento de la presión intracraneal.

· Exposición del cerebro a infecciones.

· Producción de cicatrices en el tejido encefálico, que se convierte en foco de crisis epilépticas. Esto es porque el propio sistema evita un daño mayor, pero esas cicatrices generan complicaciones posteriores.

· Golpe y contragolpe.

El golpe y el contragolpe generan lesiones en los axones de las neuronas. El patrón de daño de este tipo de alteración es la velocidad de procesamiento; la persona será más lenta, le llevará más tiempo poder responder, va a tener una alteración más generalizada.

El axón es la parte de la neurona que comunica una neurona con la otra; si una porción significativa de axones se daña, se produce un enlentecimiento generalizado para hablar, caminar u otras funciones cognitivas.

Accidente cerebrovascular o stroke (ACV)

El ACV es el nombre que se usa en general para decir que algo pasó en el cerebro con los vasos sanguíneos, afectando el flujo de sangre, pero dentro del AVC hay dos grandes grupos:

  • Accidentes obstructivos o isquémicos. Básicamente, la sangre no llega al cerebro o a zonas determinadas del cerebro, produciendo una muerte neuronal. Es el más común, entre el 80 y el 85% de los casos.

ACV isquémico:

  • Trombosis donde se forma un coágulo en una arteria del cerebro.                               
  • Embolia, que es un coágulo o fragmento que viaja desde otra parte del cuerpo y tapa una arteria del cerebro.                                                                                     
  • Infarto cerebral, que es el resultado de la falta de sangre, y el tejido cerebral se muere por falta de oxígeno.

ACV hemorrágico:

  • Se produce por una ruptura de vasos sanguíneos y la sangre se derrama en el cerebro, haciendo una hemorragia. Aquí podemos ver aneurismas, que es una arteria del cerebro que se hincha, malformación arteriovenosa, hipertensión arterial crónica, tumores cerebrales hemorrágicos, etc.

ACV isquémicos.


Las placas arterioscleróticas en las paredes arteriales pueden obstruir, generando isquemia y un infarto. La sangre al ir al cerebro por arterias, es la que se puede generar capas de grasa, como se puede ver en la imagen, y dificulta la irrigación. Si la sangre no llega, las neuronas mueren.

El émbolo (coágulo, grasa, extracerebral en general). También se puede dar por la salida de un émbolo; puede ser un coágulo de sangre, puede ser exceso de grasa y, por lo general, son extracerebrales. Se produce como un tapón en la arteria que lleva la sangre al cerebro.

Tanto los trombóticos como los embólicos no permiten una buena irrigación cerebral; cuanto más dure esta falta de irrigación cerebral, mayor va a ser el daño, van a morir neuronas y va a depender de cuántas arterias se tapen. Generalmente, el daño isquémico va a tener un daño localizado, porque al tapar una arteria, no llega la irrigación a un determinado territorio.

ACV hemorrágico:

En hemorrágico, por ejemplo, un aneurisma, una arteria se inflama tanto que la sangre sale y va a las zonas donde no debe estar. El problema de esto es que hay una falla de irrigación en la zona donde se inflamó la arteria, más la sangre que salió de la vena. Esto se da cuando hay un aumento de la presión intracraneal.

Alteraciones cognitivas por ACV

Las alteraciones varían en función del territorio vascular afectado. En el cerebro tenemos tres grandes arterias: la arteria cerebral anterior, que dirige hacia la parte anterior del cerebro; la arteria cerebral media, que va hacia la corteza parietal y temporal; y la arteria cerebral posterior, que va hacia la occipital. En función de estas arterias, será lo que se vea dañado, incluso en la falta de irrigación y, por lo tanto, con un mal funcionamiento.

· Arteria cerebral anterior: La parte medial (interna del lóbulo frontal), y la parte medial (interna del lóbulo parietal), y el cuerpo calloso.                                                                

· Arteria cerebral media: Lóbulo frontal (parte lateral), lóbulo parietal (parte lateral), lóbulo temporal superior, la cápsula interna (importante para el paso de las fibras motoras y sensitivas), parte de los ganglios basales.                                                          

· Arteria cerebral posterior: Lóbulo occipital (responsable de la visión), parte del lóbulo temporal inferior (en especial, el área del hipocampo, que es clave para la memoria), parte del diencéfalo (como el tálamo y el cuerpo geniculado, que están relacionados con la percepción sensorial).

Tumores cerebrales

El tipo de lesión que va a hacer el tumor cerebral depende del tipo de tumor y la zona alojada. En primer lugar, tenemos una clasificación de tumores benignos y malignos; la agresividad de un tumor maligno es distinta que la de un benigno. La ubicación que pueda tener puede causar secuelas más o menos importantes.

El tumor es una masa que está presionando a nivel cerebral, que tiene un crecimiento, que va a producir un daño a nivel de las áreas donde está creciendo el propio tumor, y, además, va a estar protegido por el cráneo. Si se expande y no tiene lugar a donde ir, puede causar un daño difuso o generalizado. Importan la localización, el tamaño, la invasión del tejido cerebral y la velocidad de crecimiento.

Los tumores generan:

· Aumento en la presión intracraneana (afección global).

· Creación de focos epileptogénicos (puede ser el primer síntoma).

· Destrucción del tejido cerebral.

· Trastornos del patrón endocrino (sistema del cuerpo encargado de producir y regular hormonas).

Sea benigno o maligno, va a crecer en cierta parte del cerebro, entonces va a producir un daño localizado en la región donde esté el tumor en sí, ya que altera la función, pero además también el cerebro se pliega formando circunvoluciones y círculos. Si a ese plegamiento le agregamos una masa mayor, empieza a apretar todo el cerebro y no le permite funcionar normalmente.

Si se generan focos epilépticos, que puede ser el primer síntoma por el cual el paciente consulta. Si el tumor se saca con cirugía, se alivia la presión y esto puede generar destrucción del tejido cerebral que esté alrededor de donde lo sacaron. Si el tumor es maligno, se puede hacer radioterapia o quimioterapia, lo que también genera un daño.

Enfermedades degenerativas

Las enfermedades degenerativas están generalmente relacionadas con la pérdida de tejido nervioso, que se produce en la corteza y puede generar un cuadro de demencia como el Alzheimer. Las causas y las posibilidades de cura no son claras; hasta el momento no hay posibilidad de revertir un proceso degenerativo, aunque hay tratamientos y medicamentos que pueden enlentecer la aparición de más daño.

Como se observa en la imagen, representa un cerebro con Alzheimer donde se nota una clara pérdida de tejido, atacando directamente estructuras responsables de la memoria, por eso son los primeros síntomas.

En el inicio de la pérdida neuronal, ocurre en varias áreas, y se observa en trastornos como las demencias frontotemporales y demencias subcorticales. En la demencia frontotemporal, los cambios conductuales suelen aparecer antes de los trastornos de memoria, lo que la diferencia de otras demencias, presentando características clínicas distintivas.

En las demencias subcorticales, la pérdida neuronal afecta áreas subcorticales del cerebro, como los ganglios basales, el tálamo y otras estructuras profundas que controlan funciones como el movimiento, la motivación y el estado de ánimo. Entre ellas se encuentran el Parkinson, la enfermedad de Huntington, la ataxia de Friedreich, entre otras.

Mal uso o uso prolongado de fármacos

Los efectos de los medicamentos en el cerebro son cada vez más estudiados, y a su vez cada vez más silenciados, ya que se oponen a una de las industrias más grandes del mundo que son las farmacias. Cada vez menos se realiza la práctica médica y cada vez más se recetan medicamentos para todo.

El daño que puede traer el mal uso o el uso prolongado de fármacos va a depender del medicamento que se usa, el tiempo de uso y la dosis. Algunos de los efectos pueden ser trastornos neurológicos, así como neuropsicológicos. Algunos efectos pueden ser transitorios y otros pueden ser permanentes.

El cerebro es un órgano que trabaja mediante sustancias químicas para poder comunicar la información, es por eso que es sensible a estas sustancias.

Los medicamentos psicoactivos como los antipsicóticos, antidepresivos y sedantes actúan directamente sobre los neurotransmisores para regular el estado de ánimo, la ansiedad y otros trastornos. Sin embargo, cuando hay un uso prolongado, por no combinar el tratamiento con psicoterapia, o la automedicación utilizando dosis inadecuadas, puede tener efectos secundarios significativos.

Antipsicóticos (se usan para tratar esquizofrenia, trastornos psicóticos y algunos trastornos del estado de ánimo). Los antipsicóticos típicos y atípicos ayudan a controlar síntomas como delirios y alucinaciones. Sin embargo, su uso prolongado puede inducir un efecto llamado discinesia tardía: movimientos involuntarios repetitivos, especialmente en la cara, lengua y extremidades. También se ha visto que, a largo plazo, pueden alterar el equilibrio de los neurotransmisores en el cerebro, afectando la memoria, la concentración y el pensamiento.

Ansiolíticos y sedantes (benzodiazepinas) (se usan para tratar la ansiedad, el insomnio y el pánico). Medicamentos como diazepam, lorazepam o alprazolam son eficaces para calmar la ansiedad o ayudar a dormir. Pero su uso crónico puede generar dependencia física y psicológica. Además, es común que causen trastornos de la memoria, confusión, problemas de coordinación motora, somnolencia y dificultades para concentrarse, efectos comprobados especialmente en personas mayores.

Antidepresivos (se usan para tratar la depresión, trastornos de ansiedad y algunos trastornos obsesivos-compulsivos). Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la sertralina o la fluoxetina, son de uso muy frecuente. Si bien mejoran el estado de ánimo, pueden producir trastornos del sueño, dificultades de concentración y problemas de memoria. En adultos mayores, algunos estudios muestran que un uso prolongado puede estar relacionado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. También generan dependencia.

Infecciones

Otra causa común de lesiones cerebrales son infecciones que pueden llegar al cerebro y que se localizan allí. Se presentan cuando el cuerpo es invadido por un microorganismo patógeno; puede ser un virus, bacterias, hongos y parásitos.

Son infecciones que puedan llegar al encéfalo, y que se localicen allí, obviamente no una que tengamos en un dedo. Se presenta cuando el cuerpo es invadido por un microorganismo patógeno. Pueden ser virus, bacterias, hongos, parásitos.

Las infecciones pueden producir inflamación cerebral, lo que puede generar daño en las células del cerebro, y alterar las funciones cognitivas, motoras y emocionales. Incluso puede dañar la membrana celular y conducir a la muerte cerebral. También se puede producir una presión intracraneal aumentada, lo que agrega acumulación de líquidos, lo que pone en riesgo al cerebro.

Entre algunos síntomas encontramos fiebre alta, rigidez en el cuello, dolor de cabeza, náuseas, fotofobia (sensibilidad a la luz), alteraciones en el estado mental y, en casos graves, convulsiones o alteraciones en las funciones cognitivas. Algunos ejemplos son la encefalitis, absceso cerebral, neurocisticercosis, toxoplasmosis cerebral o la meningitis, o también enfermedades como sífilis, tuberculosis, VIH.

Muchas veces los tratamientos son con antibióticos, antivirales, antiparasitarios, cirugías y las vías de contagio son a través del contacto cercano con las secreciones respiratorias de una persona infectada, o contacto directo con fluidos, picaduras de mosquito o mordeduras de animales como perros, murciélagos o zorros.

Enfermedades nutricionales y metabólicas

Deficiente nutrición

La desnutrición o la mala nutrición puede producir defectos neurológicos y neuropsicológicos graves, por ejemplo, faltando nutrientes como vitaminas, minerales y proteínas. Muchas veces se ven en el embarazo, donde hay elementos de desnutrición, y esto provoca daños neurológicos, ya que no tiene los nutrientes necesarios para el desarrollo.

Uno de los nutrientes más críticos para el cerebro son las vitaminas, particularmente las del complejo B, como la tiamina (vitamina B1), que es fundamental para la función neurológica adecuada. La deficiencia de tiamina puede ser el resultado de una dieta inadecuada o de condiciones que interfieren con su absorción, como el abuso crónico de alcohol.

Este tipo de desnutrición no solo afecta la absorción de nutrientes, sino que también altera el metabolismo de los carbohidratos, interfiriendo con la producción de energía esencial para las células cerebrales. La deficiencia provocada por el alcohol es conocida por ser una de las principales causas del síndrome de Wernicke-Korsakoff, un trastorno neuropsicológico grave.

Trastornos metabólicos

Cuando hay mucha azúcar en la sangre o muy poca, es decir, hiperglucemia o niveles bajos de glucosa en sangre (hipoglucemia), es un trastorno metabólico que puede producir síndromes confusionales y afectar gravemente las funciones cognitivas. La glucosa es la principal fuente de energía para el cerebro, y cuando los niveles de azúcar en sangre son insuficientes, las neuronas no reciben la cantidad necesaria de energía para funcionar correctamente. Esto puede provocar síntomas como confusión, dificultades para concentrarse y, en casos más graves, pérdida de conciencia.

El exceso de glucosa en sangre, como ocurre en la diabetes no controlada, puede dañar los vasos sanguíneos y nervios en el cerebro, lo que lleva a problemas cognitivos a largo plazo. En situaciones extremas, el daño neurológico provocado por altos niveles de glucosa en sangre puede aumentar el riesgo de desarrollar demencia y otros trastornos neurodegenerativos.


Bibliografía

  • Ardila, A. y Rosselli, M. (2007). Patologías neurológicas. En Neuropsicología clínica (pp. 11-24). Manual moderno.                                                                             
  • Catecismo de la Iglesia Católica (2.ª ed.). (1997). Librería Editrice Vaticana.                              
  • Juan Pablo II. (1984). Salvifici Doloris: Carta apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano. Librería Editrice Vaticana.                                               
  • La Sagrada Escritura. Versión Vaticana online.

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Beato Monseñor Jacinto Vera. Primer Obispo del Uruguay y un gran santo de la Iglesia Católica Uruguaya.

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