San Francisco de Sales dice que «La oración, al llevar nuestro entendimiento hacia la claridad de la luz divina y al inflamar nuestra voluntad en el fuego del amor celestial, purifica nuestro entendimiento de sus ignorancias y nuestra voluntad de sus depravados afectos.»[1]
Los efectos positivos de la oración, no solo son espirituales, sino que en todo el ser de la persona humana (sea biológica y psicológica), se sana, ya que somos una unidad indisoluble (cuerpo, psique y espíritu), todo lo que pasa en el espíritu, también es comunicado a la psique y al cuerpo.
Por eso encontramos enfermedades psicosomáticas, que son aquellas que por una gran angustia, por ejemplo, termina derivando en un problema físico como enfermedad. Es decir, algo no-físico o no palpable, como una angustia grande, termina siendo algo físico como problemas intestinales, o tumores. También se puede dar viceversa, que el cuerpo afecte a la psique y al espíritu.
Es por eso que nuestra vida espiritual debe ser bien alimentada, y parte de tener una psique sana, es por ende tener un espíritu sano, y para tener un espíritu sano se necesita de la oración, que es la comunicación con Dios. Toda comunicación con Dios (si está bien hecha) va a tender como por esencia a reparar nuestra vida.
Como toda oración se necesita fe para que sea eficaz «Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán» Mateo 21, 22
La oración de Higiene Espiritual es una oración particular que ayuda a quitar las tentaciones, que muchas veces se confunden como pensamientos propios y a su vez se solicita a Dios quitar afectos desordenados en los que podamos estar cayendo.
En línea general, la oración es eficaz si estamos en gracia de Dios, pues de lo contrario la persona estaría en pecado mortal, es decir, una «transgresión voluntaria de la ley de Dios en materia grave»[2]
Con el pecado mortal «perdemos la gracia santificante, por la que nuestra alma vivía una vida semejante a la de Dios; es, pues, una especie de suicidio espiritual»[3]
Oración de Higiene Espiritual
Señor Jesús, gracias por compartir con nosotros tu maravilloso Ministerio de sanación y Liberación. Gracias por la sanación que nosotros hemos visto y experimentado hoy.
Señor Jesús, toma toda carga que hayamos podido recibir y toda represalia del enemigo en contra de nosotros, nuestras familias, y nuestras pertenencias. Derrama tu Sangre Preciosa sobre nosotros y límpianos de cualquier tristeza, pensamiento negativo, desaliento o desesperación que nosotros podamos haber recibido durante las oraciones hechas. Si nuestro ministerio ha sido tentación para rabia, impaciencia, soberbia o lujuria, libéranos de esas tentaciones y remplázalas con tu Amor, tu Alegría y tu Paz.
Señor Jesús, cúbrenos y séllanos con el Poder de tu Nombre y de tu Sangre. En el Nombre de Jesús, atamos a Satanás, a todos los espíritus inmundos y toda fuerza o poder del mal, que nos hayan hecho daño o quieran hacerlo. En el Nombre de Jesús les ordenamos que salgan de nosotros inmediatamente, atados, mudos, quebrados y amordazados y se pongan a los pies de Jesús Vivo y Resucitado, para que él los envíe al lugar que les corresponda. Les prohibimos en el Nombre de Jesús que nos vuelvan a molestar.
Ven Espíritu Santo, llénanos con tu Gracia, tu Amor, tu Poder y tu Gozo. Danos fuerzas donde nos hemos sentido débiles e ilumínanos con tu Luz.
Señor Jesús, envía tus Santos Ángeles para ministrarnos y protegernos en todas nuestras actividades y caminos. Danos un regreso seguro.
Santísima Virgen María, cúbrenos con tu Manto a nosotros y nuestras familias, protégenos ahora y siempre. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
[1] Filotea. San Francisco de Sales.
[2] Ibíd., p. 235.
[3] Totustuus. Preparación para la consagración total a Jesús por María
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Amén