¿De qué sirve saber que somos? Haciendo esta distinción, podemos decir de donde viene un problema Psicológico. Entonces, ¿que somos? Somos una unidad sustancial de cuerpo y alma en la visión dicotómica o en la visión tricotómica cuerpo, alma y espíritu. (Bío, Pisco, Espiritual) Las dos visiones son las mismas, la tricotómica ayuda a distinguir el área más espiritual del sujeto.
Podemos decir que un problema Psicológico puede venir de tres áreas de nuestra vida: O de lo biológico, área generalmente trabajada por la Psiquiatría[1], o puede venir del alma que es nuestra psiquis o nuestra psicología y por último puede venir de nuestro espíritu. No es posible dividir por completo las tres áreas y establecer límites, ya que en definitiva somos una unidad, pero si podemos dar algunas ideas.
Por ejemplo, si hablamos del espíritu, el pecado afecta a la persona no solo moralmente, sino también física y psicológicamente. Y todo se afecta en todo porque somos una unidad. Esto se ve reflejado en los millares de personas que en dos mil años[2] con sacramentos, mejoran notablemente y esto habla de la importancia de una buena salud espiritual. Nuestro lado espiritual se afecta con el pecado y también crece con la gracia de Dios y se ensambla perfectamente con los dones del Espíritu Santo. Muchas veces las personas quieren hacer grandes procesos en psicoterapia, cuando lo que necesitaban era una santa confesión con un sacerdote.
Por otro lado vemos los problemas en la psiquis del ser humano, que con ayuda de un buen Psicólogos o con la dirección de un sacerdote también mejoran notablemente y esto responde a nuestra psicología.
Hago un paréntesis y paso a comentar que el trabajo del Psicólogo durante siglos los hicieron los sacerdotes de todo el mundo, luego con la secularización esto se perdió y comenzó a tener peso la Psicología, que es una corriente muy reciente, hace unos 140 años con el laboratorio de Wundt, con Freud y compañía.
Por último encontramos problemas en nuestra parte corporal, lo que corresponde más bien a la psiquiatría, y se puede observar grandes mejoras con su intervención. Aunque en el día de hoy se da un problema grave con la excesiva medicalización para todo tipo de problemas. Esto pasa por el afán que tenemos muchas veces de “la cura”, vivimos en un mundo muy rápido y no hay tiempo ni para llorar. Todo tiene que ser automático y ligero y la mejor solución es la “pichicata” La culpa no es solo de las farmacéuticas o los psiquiatras y la publicidad, sino también las personas que no se dan tiempo. La enfermedad mental es una lepra, algo vergonzoso que nadie quiere caer y en el afán de salir rápido o la ignorancia de los métodos, se busca solo una solución corporal, que arregle las neuronas.
Pero la evidencia muestra que la cura no pasa solo por esta área y que muchas veces los medicamentos sirven para aplazar o invisivilizar un problema que salta más tarde con otra forma.
Además la medicalización permanente es muy peligrosa por el simple hecho del deterioro visible en el encéfalo. Se puede buscar comparaciones de cerebros con y sin medicación luego de muchos años de tratamiento y los resultados realmente asustan. Si tenemos problemas más sencillos como ansiedad o depresión, la medicación es buena hasta cierto punto.
Debemos saber que el medicamento también es un negocio, y es más fácil. Nadie quiere tomar el camino largo, el camino que lleva esfuerzo y tiempo. Pues desde aquí, yo te lo recomiendo, es más sano, y mucho mejor y ni que hablar si lo hacemos con Dios. El camino largo no quiere decir que sea exactamente sin medicación, sino a un esfuerzo amplio en todo sentido, desde lo corporal, psicológico y espiritual.
Volviendo al tema sobre, qué es el ser humano, nuestro cuerpo está hecho a imagen y semejanza de Dios. ¿Pero, qué imagen si Dios es espíritu? A imagen y semejanza de Cristo. Porque Dios que es omnisciente (que conoce todas las cosas reales y posibles) crea a la humanidad a imagen de Jesús, sabiendo en su infinito pensamiento cómo sería la segunda persona de la trinidad encarnada.
Ahora que distinguimos estas tres áreas de nuestra vida, hablaremos de algunas ideas en concreto. Por ejemplo, el ser humano es descrito como un animal racional, y muchas veces se dice que solo somos un cuerpo animado, pero esto no es así.
El cuerpo lo compartimos con otras especies, por ejemplo, el elefante tiene cuerpo, el perro tiene cuerpo, el delfín tiene cuerpo, pero el modo de ser es distinto que el de cualquier criatura. Lo propio del hombre no es únicamente su cuerpo, sino también su alma espiritual. Entendemos que el alma es racional, cuando realizamos un modo de ser distinto del de los animales que es el raciocinio[3] Un hombre actúa bajo su raciocinio en la mayoría del tiempo y un animal actúa bajo su instinto en la mayoría del tiempo.[4]
El alma la vamos a definir como cualquier principio vital.[5] Los Romanos decían “alma” en latín “ánima”, como algo que está animado, por ejemplo, decimos que un dibujo está “animado”. En griego la palabra alma es “Psique”
Esto quiere decir que el alma somos nosotros mismos, cuando pensamos en nosotros, esa es nuestra alma. No es algo que llevamos como en una mochila, o un fantasmita que sale después de morir, sino que es nuestra propia subjetividad. En este sentido, cuando vemos a una persona, por ejemplo, jugando al fútbol, estamos viendo su cuerpo y su alma.
El Catecismo de la Iglesia Católica define muerte de un sujeto cuando hay muerte cerebral, incluido los casos cuando sigue su corazón marchando, pero no su cerebro. Eso cerebral que deja de marchar, somos nosotros mismos, esa es nuestra alma. Pero no significa que el alma sea solo el cerebro, sino que somos un todo, cuerpo-alma, es una unidad indisoluble. O sea que si tocamos nuestro brazo, tocamos cuerpo y alma y así con cada parte del cuerpo. El ejemplo de la muerte cerebral es totalmente ilustrativo para entender que el alma somos nosotros.
“Y formó Yhave, Dios el que es, al hombre del polvo de la tierra e insuflo de sus narices aliento de vida, de modo que el hombre vino a ser alma viviente” Génesis 2, 7
La acción de Dios en el Génesis es tomar de una materia preexistente como el barro que termina siendo el cuerpo y le infunde el alma espiritual, la cual es también es nuestra psique. Vean que Dios no forma únicamente al hombre de barro, sino que le infunde el alma, ni tampoco solo espíritu como los ángeles, sino barro y aliento de vida.
Luego Dios nos hace co-creadores,[6] ya que con un óvulo y un espermatozoide damos el sustrato material que es el cuerpo, que se forma a través de la mamá y el papá. Pero del cuerpo no viene el alma, sino que el alma viene directamente de Dios. -Por eso la iglesia se opone al aborto, ya que el alma se infunde en el mismo momento de la concepción, no cuando el bebé sale de la mamá.- Si solo fuéramos cuerpo, el cuerpo quedaría tirado y sin vida, como una especie de maniquí. Si a ese cuerpo tirado le pongo el alma, tiene vida como un ser humano. En esta unidad de cuerpo y alma, ni el cuerpo es malo ni el alma es mala, ambos son buenos.[7]
El Padre Javier Olivera Rasavi hace una analogía en la que dice que el espíritu del hombre se acerca más a la idea de los ángeles y el cuerpo a las bestias. El ser humano estaría en el medio siendo un animal racional y de ahí nuestros modos de ser en algo se parecen a los ángeles y en algo se parezcan a los animales.
¿En qué se parece a un ángel? En que podemos conocer la verdad y alcanzamos amarla y él parecido a un animal es que está sujeto a un cuerpo, a las pasiones de ese cuerpo. Esto no quiere decir que las pasiones sean malas, solo son malas cuando no las controlamos. También es sustancial destacar que no son dos cosas por separado, sino que el alma y el cuerpo son una sustancia única e indisoluble y que el cuerpo no es malo ni el alma buena, es el desorden es lo que genera el caos.
Dos facultades
El alma y el cuerpo tienen facultades, las del alma son llamadas facultades superiores y las del cuerpo llamadas facultades inferiores. El alma está dotada de dos facultades que son el entendimiento y la voluntad[8].
Entendimiento
Nuestro entendimiento tiende hacia la verdad y se sacia en la verdad. La verdad es Dios «Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.» Juan 14,6. Con la verdad saciamos nuestro entendimiento que directa o indirectamente se encuentra en esta búsqueda. Con el entendimiento saciado podemos guiar a la voluntad.
“El entendimiento es la capacidad que tiene el hombre para pensar, para buscar y hallar la verdad a través de la mente y la razón. Gracias a esta capacidad, el hombre puede entender y aprender, imaginar y memorizar, puede hacer grandes descubrimientos e inventar cosas maravillosas, puede mejorar el mundo, pero lo más importante es que, gracias a su entendimiento, el hombre puede llegar a conocer la verdad. Conocer la verdad significa que aquello que pensamos coincide con lo que realmente es o sucede. Es importante “el entendimiento” porque usándolo correctamente y conociendo la revelación de Dios llegamos a la Verdad: “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32).”[9] – Antonio Royo Marín no agrega a las potencias del alma la Memoria por el hecho de que esta se asocia al entendimiento. –
Voluntad
Nuestra voluntad tiende hacia el “bien” que la facultad del entendimiento le propone. Por ejemplo, una operación básica sería aprender a comer con la inteligencia para que luego con la voluntad ejecutar el acto. La voluntad tiende a amar el bien supremo que es Dios, siempre lo buscamos, porque en definitiva Dios es esa realización, esa alegría, es el sumo bien para nuestra vida, aunque muchas veces lo que el alma entiende por bien, objetivamente no sea bueno.[10] Entendiendo estas definiciones podemos decir que nadie ama lo que no conoce, para amar algo uno debe alimentarse con el entendimiento para que luego la voluntad lo tome.
“Pero el hombre no sólo piensa, sino que también tiene voluntad, “quiere”. Es decir, el hombre busca aquello que le atrae. La voluntad es la capacidad que tiene el hombre para “moverse” hacia un bien que desea. La voluntad busca siempre un bien que ha sido pensado y prestando a ella anteriormente por el entendimiento. La voluntad se mueve para alcanzar la felicidad que la inteligencia piensa que le dará tener el bien deseado. Es importante la Voluntad porque con ella practicamos la virtud: La repetición habitual de un buen acto de la voluntad se denomina virtud, la repetición habitual de un mal acto de la voluntad se denomina vicio.”[11]
El entendimiento y la voluntad son superiores porque están en el alma y estas deben gobernar a las facultades inferiores que están en el cuerpo. Estas facultades que se encuentran en el cuerpo son las pasiones, sentimientos, emociones e instintos[12]
Las facultades
Las facultades inferiores no quieren decir que sean malas en sí, todas las facultades son necesarias y en principio son buenas. El pecado original deja un desorden interior en nosotros, haciendo que las facultades inferiores estén por encima de las superiores. Ya no gobierna el raciocinio, el intelecto por encima de las pasiones, sino todo lo contrario. No podemos decirle a la tristeza de una manera despótica “vete” y se va. Muchas veces tampoco dominamos lo que pensamos. Este desorden interior viene del pecado original que luego la brecha crece con más desordenes en nuestra alma o nuestro cuerpo.
En la práctica, saber esto, es fundamental para entender que es sinónimo de salud. Lo bueno de tener una gestión controlada de estas facultades y que cuando esto está dado vuelta de una manera acentuada, puede ser problemas actuales o futuros, de patologías, de problemas espirituales, incluso somatizarlas hasta tener problemas corporales, etcétera. En este sentido hay algunas psicologías que se dedican exclusivamente a generar virtudes para lograr estos controles, aunque no llamen con estas palabras sus técnicas.
La psicopatología comienza con el pecado original, entre otras cosas, el pecado desordeno las facultades, perdiendo el estado original en el que el hombre gozaba y vivía. Que tengamos una “gestión controlada” de facultades no quiere decir que seamos como robot racionalizando todo, en el orden también se da la espontaneidad, la vivacidad, la alegría y la tristeza. Un claro ejemplo es ver a Jesús en el evangelio que llora por la muerte de Lázaro. Dios tiene un orden perfecto interior y sin embargo lloro, se enojó, se rió, también sufrió etc. Este ejemplo es para entender que el orden en si, no es aburrido o robotizado, sino que es salud.
A continuación de esta nota, recomendamos la siguiente entrada -El origen del hombre, su naturaleza, el cometido y su fin- para seguir complementando la Antropología del hombre:
El origen del hombre, su naturaleza, el cometido y su fin
[1] También existe la Psicología Cognitiva que hace experimentos en este sentido
[2] En realidad hace más de dos mil años, ya que venimos de nuestros hermanos Judíos, podemos decir que desde que comienza el mundo.
[3] Aristóteles decía que para entender que tenemos algo espiritual distinto de la materia era en la capacidad de poder abstraer al intelecto las cosas que son materiales sin meternosla en la cabeza.
[4] Si se compara dos juicios para deducir un tercero, realiza un raciocinio, ejemplo: Todo hombre es mortal, Pepe es hombre, luego Pepe es mortal. Esto es un raciocinio explícito y recibe el nombre en filosofía como silogismo. El animal tiene una inteligencia sensitiva. La inteligencia intelectiva es propio del hombre, los ángeles y Dios.
[5] Esta es una definición de la filosofía Aristotélica, o de la filosofía Tomista.
[6] Ser creador es hacer algo de la nada, al comparar al humano con ser co-creador es hacer una analogía, esto quiere decir que algo en parte es igual y en parte es distinto.
[7] Hay dualismos que indican que la materia es mala o que somos todo buenos como las visiones Pelagianas
[8] [1] ROYO, Antonio. Teología de la Perfección Cristiana. 9na ed. Madrid: La Editorial Católica (BAC), 2001. Pp. 373-389.
[9] Lazos de Amor Mariano (2000) Totustuus.
[10] TOMAS DE AQUINO, S (1964) Suma Teológica ( 1a. ed.). MADRID: Biblioteca de autores Cristianos Esquema de las pasiones
[11] Lazos de Amor Mariano (2000) Totustuus.
[12] CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA (1a. ed.). MONTEVIDEO: LUMEN. Numeral 1767 al 1775