La oración es presentarnos ante Dios para descansar en su corazón. «Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios.» «Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo»1 Juan 16, 26 – 27. 33
¿A qué vamos a la oración? A descansar con Nuestro Señor, «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré»2 Mateo 11, 28. En la oración nos olvidamos del mundo y de nosotros mismos. En la oración nos presentamos como somos, si estamos felices, tristes, llenos de odio, llenos de amor, si tenemos luchas o tentaciones, o si estamos lleno de preocupaciones. Por eso debemos tener gran sinceridad y sencillez, como un niño que se abandona en los brazos de su madre.
Novena del abandono con Don Dolindo Ruotolo
A modo de introducción
«¡Ánimo, no teman, que soy yo!» Con estas palabras Jesús animó a sus discípulos cuando gritaron de miedo, viéndole caminar sobre el agua y temieron por sus vidas en la tormenta del lago de Genesaret. ¿No experimentamos todos, algunos más otros menos, esos momentos en la vida, cuando se desata una tormenta y no encontramos soluciones con nuestras capacidades puramente humanas? En estos últimos meses, sobre todo la pandemia ha sembrado un gran temor e inseguridad en todos los continentes. Ahí podemos aprender de los apóstoles.
Mateo nos cuenta en el capítulo 14 de su evangelio cómo el Señor acudió en ayuda de los discípulos. «Pedro… contestó: ‘Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre agua’. Jesús dijo: ‘Ven.’ Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús» Pedro depositó una confianza tan grande en su Señor y Maestro que éste fue capaz de obrar un milagro. Mientras el apóstol mantuvo sus ojos fijos solo en Jesús, sin dejarse impresionar por la tormenta y las olas, pudo caminar sobre el agua. Pero cuando apartó demasiado su mirada de Jesús y la dirigió hacia el feroz viento, el miedo le asaltó de nuevo. Se dio cuenta de que el agua ya no lo sostenía y gritó: «¡Señor, sálvame!». Inmediatamente, Jesús le tendió la mano y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»
¡Son palabras sorprendentes para alguien que ha abandonado valientemente el barco en medio de la tormenta! Pero nos muestra claramente el abandono que Dios requiere de nosotros para poder salvarnos en las grandes tormentas. Ya que los tiempos que vivimos pueden compararse, sin duda, a esa fuerte tormenta en el mar, quisiéramos poner a su disposición, queridos amigos, un tesoro de las riquezas espirituales de la Iglesia, a través del cual podamos aprender este abandono confiado e incondicional. Jesús mismo inspiró las palabras de esta novena al sacerdote italiano Don Dolindo Ruotolo, que murió en olor de santidad.
Don Dolindo Ruotolo (1882 – 1970)
«¡Todo el Paraíso está en tu alma!» Estas sorprendentes palabras las dijo san Padre Pío a Don Dolindo Ruotolo cuando se encontraron en San Giovanni Rotondo el 16 de octubre de 1953, porque a la luz de la gracia, el santo capuchino reconoció la grandeza espiritual de este sacerdote profundamente unido a Dios. Por esta razón, envió a los que buscaban consejo de vuelta a su tierra, a Nápoles, diciendo: «¿Por qué vienen aquí si tienen a Don Dolindo en Nápoles? ¡Acudan a él, es un santo!»
El siervo de Dios, Don Dolindo, no era tan famoso como el Padre Pío, porque Dios no le había confiado estigmas visibles, ni le había dado el don de obrar milagros de curación. Más bien, sufrió calumnias indecibles, injusticias y desprecios. A través de su vida de sacrificio expiatorio, este sacerdote se convirtió en un padre espiritual para innumerables almas, dándoles ayuda y consuelo. Todavía hoy, creyentes de todo el mundo acuden a Nápoles a la iglesia de San Giuseppe dei Vecchi para golpear sobre la tumba de mármol del santo sacerdote y pedirle ayuda, pues ya en vida Don Dolindo había prometido: «Vengan a golpear en mi tumba, yo les responderé».
Don Dolindo dejó un legado espiritual muy rico. Redactó un comentario a los libros de la Sagrada Escritura, publicado en 33 volúmenes, además de literatura teológica, ascética y mística. En innumerables cartas brilla su carisma como dotado director espiritual y pastor. Pero una joya especial entre todos sus tratados es el «Acto de abandono» que Jesús mismo le reveló y que, por lo tanto, transmite tanto consuelo y paz interior. Hemos traducido este «Acto de abandono» al español y lo hemos distribuido en forma de novena.3
¿Cómo se puede rezar la novena?
Después de la meditación del día con las palabras de Jesús al alma, se repite fervientemente 10 veces: «Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!». Como expresión de confianza filial, también se pueden cerrar los ojos.
Día 1
Jesús al alma: ¿Por qué se confunden al preocuparse? Dejadme a mí el cuidado de vuestros asuntos y
todo se calmará. En verdad, les digo que todo acto de verdadero, ciego y completa rendición a Mí produce el efecto que deseáis y resuelve las situaciones espinosas. Abandonarse a Mí no significa inquietarse, angustiarse y desesperarse, dirigiéndome una oración agitada para que Yo los siga, y así cambiar la angustia en oración. Abandonarse significa cerrar plácidamente los ojos del alma, apartar los pensamientos de la tribulación y entregarse a Mí para que solo Yo obre, diciéndome: Ocúpate Tú.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 2
Jesús al alma: La preocupación, la agitación, el querer pensar en las posibles consecuencias de un hecho, es esencialmente contrario al abandono. Es como la confusión que experimentan los niños que pretenden que la madre piense en sus necesidades y quieren ocuparse ellos, entorpeciendo con sus ideas y sus caprichos infantiles el rol de madre.
Cierren los ojos y déjense llevar por la corriente de Mi gracia, cierren los ojos y déjenme obrar; cierren los ojos y piensen solo en el momento presente, apartando sus pensamientos del futuro como de una tentación; descansen en Mí, creyendo en Mi bondad, y les juro por Mi amor que, diciéndome con esta disposición: Ocúpate Tú, yo me hago cargo completamente, los consuelo, los libero, los conduzco.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 3
Jesús al alma: Y cuando tengo que conducirlos por y camino diferente al que ven, los preparo, los tomo en mis brazos, los hago encontrar, como niños dormidos en los brazos maternos, la otra orilla.
Lo que los perturba y les duele inmensamente es su razonamiento, su pensamiento, su atormentarse y el querer encargarse a toda costa de aquello que los aflige.
Cuantas cosas obro cuando el alma, tanto en sus necesidades espirituales como en las materiales, se dirige a Mí, Me mira y diciéndome: Ocúpate Tú, cierra los ojos y descansa.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 4
Jesús al alma: Obtienen pocas gracias cuando se atormentan para producirlas; tienen muchas cuando la oración es de plena confianza en Mí. Ustedes, en el dolor, rezan para que Yo obre, pero para que obre como ustedes creen… No se dirigen a Mí, sino quieren que Me adapte a sus ideas; no son enfermos que piden al médico la cura, sino que se la sugieren.
No hagan esto, sino recen como les enseñé en el Padre nuestro: Santificado sea tu nombre, es decir, seas glorificado en esta necesidad mía; venga tu reino, es decir, que todas las cosas contribuyan a tu reino en nosotros y en el mundo; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, es decir, dispón Tú en esta necesidad, como te parezca mejor, para nuestra vida eterna y temporal. Si realmente Me dicen: Hágase tu voluntad, que es lo mismo que decir: Ocúpate Tú, Yo intervengo con toda Mi omnipotencia, y resuelvo las situaciones más difíciles.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 5
Jesús al alma: ¿Ves que el mal aumenta en lugar de disminuir? No te inquietes, cierra los ojos y dime con confianza: Hágase tu voluntad, ocúpate Tú. Te digo que Me ocupo, y que intervengo como médico, e incluso hago un milagro cuando es necesario.
¿Ves que el enfermo empeora? No te alteres, más bien cierra los ojos y di: Ocúpate Tú. Te digo que Yo me ocupo, y que no hay remedio más poderoso que Mi intervención amorosa. Sólo Me ocupo cuando cierran los ojos.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 6
Jesús al alma: Ustedes permanecen en vela, quieren evaluarlo todo, escudriñarlo todo, pensar en todo, y por eso se abandonan a las fuerzas humanas o, peor aún, a los hombres, confiando en su intervención. Esto es lo que obstaculiza Mis palabras y Mis intenciones. ¡Oh, cómo deseo este abandono de ustedes para beneficiarlos, y cómo me aflige verlos inquietos!
Satanás tiende precisamente a esto: a inquietarlos, para apartarlos de Mi actuar y a hacerlos presa de las iniciativas humanas.
Por eso, confíen sólo en Mí, descansen en Mí, abandónense en Mí en todo. Hago milagros en proporción a su total abandono en Mí y al hecho de que no piensen en sí mismos.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 7
Jesús al alma: Derramo tesoros de gracia cuando están en total pobreza. Si tienen sus propios recursos, aunque sean pocos, o si los buscan, están en el ámbito natural, y, por lo tanto, siguen el curso natural de las cosas, que a menudo es obstaculizado por Satanás. Nadie que sólo razona o pondera ha hecho milagros, ni siquiera entre los santos: Obra divinamente quien se abandona a Dios. Cuando veas que las cosas se complican, di con los ojos del alma cerrados: Jesús, ocúpate Tú.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 8
Jesús al alma: Y distráete, porque tu mente es aguda… y para ti es difícil ver el mal y confiar en Mí destroýendote de ti mismo. Has esto en todas tus necesidades; hagan esto todos ustedes, y verán grandes, continuos y silenciosos milagros. Se los juro por Mi amor. Y Me ocuparé, se los aseguro.
Recen siempre con esta disposición de abandono y alcanzarán la paz y sus frutos, incluso cuando les conceda la gracia de la inmolación de reparación y de amor, que implica el sufrimiento. ¿Te parece imposible? Cierra los ojos y di con toda el alma: Jesús, ocúpate Tú.
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)
Día 9
Jesús al alma: No temas, Yo me ocuparé y tú bendecirás Mi Nombre, humillándote. Mil oraciones no valen un solo acto de abandono: Recuerdalo bien. No hay novena más eficaz que ésta:
«Oh Jesús, me abandono a Ti, ¡ocúpate Tú!» (10 veces)