Pelagio fue un sacerdote Católico que afirmaba que el ser humano es un ángel, el pecado prácticamente no lo afectó, somos perfectos y estamos como en un “estado de justicia original”. Nos asemejamos a los ángeles, que no tienen debilidad, que no tienen una concupiscencia, ni una inclinación a hacer el mal. Tampoco necesitamos de la gracia de Dios, basta nuestra voluntad para ser bueno. Esto es el voluntarismo y refiere a una filosofía de vida o doctrina de vida que da preeminencia a la voluntad sobre el entendimiento y no es correcta.
Hay otra antropología Luterana, la del cisma protestante en la Iglesia Católica, que afirma que somos malos por naturaleza, que no tenemos arreglo, que requerimos muchas reglas, muchas condiciones para vivir, porque si no, nos descarriamos a la primera de cambio.
Esta forma de pensamiento viene de Martín Lutero, que era un fraile Agustiniano que sufría de muchos escrúpulos, y para vivir su vida con Dios afirmaba «pecca fortiter, sed crede fortius. (Peca fuertemente, pero cree más fuertemente)» Lo que nos quiere decir es que no tenemos solución en cuando al pecado, por eso debemos tener mucha fe.
El escrúpulo se da en muchas formas, por ejemplo la obsesión con los pensamientos morales, muchas veces juzgando a los demás, la preocupación excesiva por el pecado o la culpa, también un autojuzgamiento severo de la persona, dudas excesivas en cuanto a «si peque o no peque» y por último se busca una aprobación moral en los demás o consigo mismo.
Todo esto provoca en las personas ansiedad y angustia, baja autoestima, incluso se pueden dar hechos de irritabilidad y roces con personas. Muchas veces estos procesos escrupulosos se dan inconscientemente y solo pasan a ser importantes cuando traen problemas.
La conciencia laxa también deja estragos, incluso afectando a los demás. Lo primero que provoca es la tibieza en las personas, llevándolos de pecado venial hasta pecados graves y a veces hasta escandalosos. Por eso San Pablo exhorta en la 1 Carta de Timoteo a tener una fe sincera. «El fin de nuestra predicación es al amor que procede de una mente limpia, de una conciencia recta y de una fe sincera.»
<Entre lo laxo y lo escrupuloso>
Estas dos visiones son totalmente bipolares y se ven en nuestra sociedad, en los trabajos, en las familias, en la política y la Iglesia, pero debemos saber que la virtud está en el medio.
Por un lado, vemos la filosofía Pelagiana y todo lo que hace el hombre es absolutamente bueno, no necesita enmendarse. Esto ocasiona graves errores, por ejemplo en los procesos educativos, graves errores en la pedagogía y la educación y las instituciones educativas.
Por ejemplo, “todo lo que hace el niño es bueno”, “todo lo que piensa es bueno”, “no se le puede decir no, porque lo traumatizamos” Cualquier sentido que tenga el niño muchas veces se canoniza y se falla en establecer límites, porque solo lo hacemos con las personas que aparentemente pueden hacer cosas malas.
Pero gran parte del aprendizaje del niño –si uno quiere que salga sano- serán los límites. Es que el trasfondo del problema del límite, es pensar que el límite me limita, cuando en realidad el límite nos da más libertad. Esta forma de pensamiento sobre pensar que el límite nos limita viene de una pedagogía Freudiana, ya que con su psicología pregonó el “haga todo lo que sienta, para liberar las pulsiones” pero pasemos a explicar por qué no funciona.
Por ejemplo, si usted siente que tiene que dormir todo el día y comer, porque siente no trabajar y estar satisfecho, probablemente se quede sin trabajo y le venga una enfermedad como la diabetes. En cambio, si usted opta por poner límite al sentir, para esforzarse y trabajar, y no comer, para estar saludable, voy a tener tengo trabajo –y eso me da dignidad- y a su vez no me enfermo por no haber comido tanto.
El límite paradójicamente da libertad, pero siempre en la medida que Dios propone. No sirve la visión de Lutero que dice “somos malos por naturaleza, no tenemos arreglo” y por eso hay que poner muchos límites en todos lados para encausar a las personas.
Si bien es una herejía la visión pelagiana, debemos saber que «todo lo puedo en Cristo que me fortalece» Filipenses 4:13. Caminar junto a Dios trae consigo repercusiones positivas, como la alegría, la paz, la sanación, la amistad, el amor y sobre todo, la fe y la caridad. Todos estos dones dados por Dios puede que aparenten una vida «angelical», pero sabiendo que «Separados de mí nada podéis hacer» Juan 15: 4-5.
Cada vez que comulgamos, la Sangre de Jesús se fusiona con nuestra sangre, el Cuerpo de Jesús con nuestro cuerpo, el Alma de Jesús con nuestra alma y cada vez que nos confesamos, borramos toda mancha de pecado en nuestra alma.
La antropología Cristiana es bella porque dice: Ni Lutero, ni Pelagio, ni somos unos perversos pecadores que hacen que la gracia de Dios no nos ayude interiormente, ni tampoco somos esos seres angelicales que tenemos todo bueno en nuestro ser.
De acuerdo al tiempo vivido, las visiones se van poniendo populares. Para superar lo laxo y lo escrupuloso, sería bueno desenmarcarse de los polos, para llegar a un punto medio, en el que se hable de confesión, de pecado, de moral, de aborto, de matrimonio homosexual, de abusos de drogas, aunque también, por otro lado, de gracia de Dios, de obras, de paz, de alegría, de amor, de fraternidad, de comunidad.
Estamos llamados a articular en nuestra vida las dos cosas, no permitiendo fanatizar una posición. Este es el desafío, saber llevar estas dos tensiones en momentos buenos y en momentos malos.
“Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz” Lucas 8:16
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Hola estimados, mi consulta es como solucionar la depresión? Tengo a mi hermana que no sale del cuarto, mis padres no saben que hacer, no quiere ir a un sicologo ni al doctor.